Alegrías
Alegrías

Es una buena pregunta intentar comprender esta sensación masiva y abrumadora de felicidad que experimentamos luego de la clasificación al mundial. Para ello, quisiera compartir una situación ajena al fútbol para entender cómo funciona la mente en general y luego extrapolarla a lo vivido la semana pasada.

Una niña convaleciente recibe un chocolate de regalo de un grupo de amigas. Cuando la niña se recupera y regresa al colegio, su padre se come el chocolate y lo repone por uno igual antes de que su hija regrese. Cuando la niña retorna y se entera de lo sucedido, se molesta con su papá, pues para ella ese era un chocolate especial.

En este ejemplo, podemos distinguir dos fenómenos mentales: El primero es la proyección: la niña proyecta el cariño que siente por sus amigas en el chocolate. El segundo es que el chocolate empieza a simbolizar algo nuevo, ya no es sólo un chocolate, sino que representa a las amigas.

La intensidad de un sentimiento, en el caso de la niña es por lo que el chocolate representa. La intensidad de nuestra felicidad por la clasificación a un campeonato deportivo se puede comprender a partir de lo proyectado en este deporte.

Tal como dos personas pueden disfrutar un cuadro por motivos distintos, lo proyectado y el valor simbólico varían en cada persona. Esto no impide que revisemos el poder evocativo del fútbol. Lo que sigue, son algunas ideas sobre el potencial proyectivo del deporte rey.

En primer lugar, la figura del entrenador de un grupo de jugadores jóvenes, ha sido central para quienes explican esta clasificación. El entrenador es visto como un líder que cree en el jugador peruano, lo que ha permitido que ellos crean en sí mismos y evolucionen en su juego. Esta situación permite que muchos de nosotros proyectemos en el entrenador una suerte de líder/figura paterna que nos permite sentir la felicidad junto a los jugadores, de sentirnos más seguros de nosotros mismos.

En segundo lugar, el fútbol está profundamente relacionado a nuestra identidad. Los padres enseñan a los hijos desde muy pequeños a jugar fútbol y saber jugar fútbol en nuestro medio es casi indispensable para poder ser varón. La identidad no sólo está relacionada a la masculinidad, sino que está fuertemente enraizada en un sentido de pertenencia. Es la selección que representa al Perú y en ese sentido estamos felices porque el fútbol puede representar para nosotros el sentirnos masculinos y orgullosos de jugar "a la peruana".

En tercer lugar, el fútbol tiene el potencial de expresar de manera lúdica nuestros instintos: Tiene que ver con luchar, con vencer o ser derrotado. Al mismo tiempo, tiene que ver con meter algo y evitar que nos metan algo. Estas dos condiciones, permiten que el fútbol pueda evocar en algunos de nosotros el sentimiento de sentirnos conquistadores, victoriosos o incluso sexualmente vitales.

Además del potencial proyectivo y simbólico que tiene el fútbol, éste ofrece la posibilidad de que compartamos sentimientos. Por ejemplo, cuando Perú hace un gol, sentimos felicidad. Al mirar alrededor, sabemos que los demás sienten lo mismo que nosotros sentimos. Dentro de un proceso de psicoterapia este fenómeno se llamaría “atención conjunta” (Joint attention) y es una condición trascendental para que los humanos podamos sentir empatía. Quiero decir con ello que tal vez algo que haga que nos sintamos felices con esta clasificación tiene que ver con la posibilidad que el fútbol ofrece de poder compartir con los demás los sentimientos que este deporte nos evoca.

La experiencia de felicidad, donde “todos somos Perú”, nos permite disfrutar la clasificación al campeonato mundial como un sentimiento muy bonito, que fortalece nuestra identidad nacional y nos llena de optimismo. Es una oportunidad para llevar esa ilusión a otras áreas de nuestras vidas.