(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Natalia Sobrevilla Perea

La recurrente confrontación entre el y el en el Perú se debe, entre otras cosas, al sistema político que tenemos, que es un híbrido entre uno presidencialista y uno parlamentario.

En los sistemas parlamentarios clásicos el gobierno lo lleva un primer ministro con la confianza del Parlamento y el jefe de Estado, sea un presidente o un monarca. Tiene una labor mucho más estrecha de representación. Mientras que en los sistemas presidenciales el Parlamento representa a los electores y tiene como labor legislar además de asegurarse que el Ejecutivo no contravenga la Constitución, pero el jefe de Estado tiene una capacidad mucho más grande para actuar sin que el Parlamento le ponga trabas.

En el Perú, el Congreso tiene más poder sobre el Ejecutivo que en un sistema puramente presidencial, ya que el primer ministro debe tener la confianza del Parlamento y puede ser censurado. Esto ha llevado, a través de la historia, a confrontaciones importantes cuando el presidente no ha contado con mayoría en el Legislativo, no pudiendo construir una coalición de fuerzas parlamentarias que apoye sus políticas. En todas las situaciones anteriores, en el Perú el resultado ha sido un quiebre institucional con un golpe de Estado.

En los sistemas parlamentarios clásicos, cuando el primer ministro ya no cuenta con la confianza del Parlamento y no puede hacer pasar la legislación necesaria para gobernar, se hace necesario llamar a elecciones. Esto es, por ejemplo, lo que sucedía en el Reino Unido hasta que en el 2011 se dio una ley para fijar el período parlamentario en cinco años. Al no existir una Constitución escrita, este tipo de cambios es posible con el número de votos parlamentarios que en ese momento se consiguieron para intentar asegurar la permanencia de la coalición entre los conservadores y los liberales.

La consecuencia de esto ha sido que el gobierno no se disuelve inmediatamente con la pérdida de confianza y solo se puede llamar a elecciones dentro de estos cinco años cuando dos tercios del Parlamento así lo deciden. Gran parte del entrampamiento político que se vive en este momento en el Reino Unido proviene de las divergencias con respecto a cómo llevar a cabo la salida de la Unión Europea y los cambios hechos al sistema parlamentario de cuándo llamar a elecciones lo han hecho aún más complejo.

En estos días, sin embargo, va quedando cada vez más claro que la única manera de salir de la situación actual será con el eventual llamado a elecciones. La respuesta, en todo caso, se busca en un proceso de volver a los electores para buscar una nueva legitimidad en el mandato.

El 28 de julio, el presidente Vizcarra buscó una salida a la crisis política presente pidiendo al Legislativo que considere un . Él es un gobernante que llegó al poder sin un mandato propio, ya que tan solo fue elegido como vicepresidente y, además, sin un bloque de apoyo en el Congreso. Su apuesta para gobernar ha sido la reforma del sistema político, pero sin el apoyo del Parlamento queda claro que sus opciones de gobernabilidad están severamente limitadas.

Hay una gran discusión de si su propuesta es compatible con la Constitución, pero este no es su problema principal, ya que quien tiene la última palabra sobre el posible adelanto de elecciones es el Congreso, que es el origen del conflicto. En un sistema puramente parlamentario el adelanto de las elecciones sería un hecho, ya que el jefe de Estado no cuenta con la confianza del Legislativo, pero en este sistema híbrido esto no queda claro y con lo que se juega es con la posible vacancia del presidente.

¿Cómo se resuelve este entrampamiento? ¿Manteniéndose firmes en que la Constitución manda períodos de cinco años? ¿O buscando una solución más flexible, como en algunos sistemas parlamentarios? A más de un mes desde el anuncio presidencial, esta es la pregunta que debe responder el Parlamento.