San Miguel y la piuranidad, por Teodoro Hampe Martínez
San Miguel y la piuranidad, por Teodoro Hampe Martínez
Teodoro Hampe Martínez

Desde hace varias décadas está en pie una acerba discusión sobre los orígenes históricos de la ciudad de y la fecha exacta de su fundación española, en el siglo XVI. El asunto es de obvia relevancia, al punto de haber involucrado a las autoridades políticas y eclesiásticas de la región, a la comunidad académica y al público en general. La complejidad radica en la inexistencia de pruebas documentales que permitan establecer con certeza ese punto de arranque de la colectividad hispano-peruana.

La cuestión se encendió por 1932, cuando se alistaba la conmemoración del cuarto centenario de la llegada de a las tierras de los incas. Se promulgó entonces la Ley 7517, que decretaba el 15 de julio como fecha de fundación de la primigenia ciudad de San Miguel, a orillas del río Chira. La base de esta norma se halla en los estudios de algunos investigadores locales, que habían establecido la probabilidad de esta fecha sobre las referencias de los cronistas más tempranos. Pero luego aparecieron nuevas evidencias en el Archivo General de Indias, que invitaban a retrasar la fecha de la fundación de San Miguel de Tangarará. 

De aquí surgió la convocatoria a un memorable encuentro de académicos, en 1997, que concluyó que aquella ciudad debió haberse instalado entre el 10 y 18 de agosto de 1532, y con relativa probabilidad el 15. Las observaciones surgidas de ese certamen crearon una fuerte corriente de opinión, que ha terminado por mover los festejos de la Semana de la Piuranidad a agosto, teniendo como fecha central el día 15. Pero quizá no sea gratuita la preferencia por esta fecha, pues coincide con la festividad católica de la Virgen de la Asunción, patrona jurada de Piura.

Además, el 15 de agosto coincide con la fundación de la moderna ciudad de San Miguel en el valle del Chilcal, en la cuenca del medio Piura (1588), donde todavía se ubica esta pujante y cálida población, capital de provincia y de región. Sin embargo, tengo la convicción de que no deben desconocerse los antecedentes urbanos de San Miguel de Tangarará, lugar donde comenzó su andadura ese sincretismo tan complejo y rico, nutrido de las vertientes andina e ibérica. Hoy los habitantes del humilde caserío reclaman ante las autoridades de los gobiernos central y regional por la prolongada desatención, la deficiente infraestructura y la falta de servicios básicos, sin haber obtenido siquiera la categoría de distrito. 

No han faltado épocas en que la Semana de la Piuranidad se celebraba en octubre, en recuerdo de la heroica inmolación de Seminario, el hijo más ilustre de esta región. Hecho que nos lleva a comprobar que toda fecha conmemorativa es simbólica y se subordina a circunstancias de orden político, ideológico, cultural o religioso.

En vista de lo señalado, no sería impropio sugerir una fecha alternativa de celebración, que ayude a aglutinar la memoria e identidad de diversas comunidades que albergaron la famosa Ciudad Volante en algún momento del siglo XVI. Esto propendería a evocar debidamente a San Miguel Arcángel, el patrono de la ciudad y del propio Grau. Sugiero, pues, que sería adecuado reconocer el lugar especial que en la historia e identidad regional de Piura corresponde al arcángel guardián del ejército celestial, celebrando como fiesta oficial de esta colectividad el 29 de setiembre, según el santoral de la Iglesia católica.