Cómo sembrar agua, por Kenji Fujimori Higuchi
Cómo sembrar agua, por Kenji Fujimori Higuchi
Kenji Fujimori Higuchi

El agua hace al hombre libre. Cada año, los huaicos destruyen vidas, pueblos, carreteras, puentes. Cada década hay un fenómeno de El Niño frente al cual no tenemos respuesta. Hemos perdido el control del ciclo del agua de los Andes.

Lo que hace falta en el Perú es una política pública, una política de Estado, una cruzada nacional para recuperar el control del ciclo del agua de los Andes perdido hace siglos.  

No se trata solo del pasado. El agua es el instrumento estratégico para el salto de la economía peruana al siglo XXI. Lo que hace falta es una visión de cómo podría ser el futuro del Perú si la sierra fuera la columna vertebral de nuestra economía al centrarla en agua y reforestación.

La solución a los huaicos y al desborde de los ríos emerge de la sierra del Perú. Se halla en una tecnología ancestral. Unas formas circulares en la puna de Ayacucho dieron la pista. Eran zanjas casi borradas, en círculos concéntricos alrededor de una hondonada o un promontorio en las punas, sobre los 3.500 metros del nivel del mar. Obra humana, abandonada hace siglos. Los comuneros del Perú le llaman “sembrar agua”.

¿Qué es sembrar agua? Es una red de surcos trazados en el suelo para atrapar el agua de la lluvia, impedir que vaya a la pendiente a formar un huaico y hacer que penetre en el suelo, a discurrir lentamente por cauces subterráneos hasta salir por los puquios naturales a todas las alturas.

Así comienza la recuperación del control del ciclo del agua de los Andes.
El área estimada de las punas del Perú donde puede emplearse esta tecnología ancestral es de 2 millones de hectáreas, desde Puno hasta Cajamarca.

¿Cuánta agua puede captarse en 2 millones de hectáreas de puna aplicando esa tecnología? Diez mil millones de metros cúbicos. Es un volumen equivalente a 20 veces la represa de Poechos o cuatro veces los diez mayores reservorios del Perú, que suman 2.700 millones de metros cúbicos. Es un volumen similar al del lago Titicaca dentro de la Cordillera de los Andes. En cinco años.
 
El primer resultado es la recuperación del medio ambiente en las punas, donde el pasto vuelve a crecer. La reforestación de la sierra es el segundo. Los árboles harán más adelante el trabajo de fijar el agua en el suelo. En pocos años, 2 millones de hectáreas de árboles nos darán una industria maderera que pagará con creces toda la inversión.
La reforestación de las punas trae, además, un cambio climático que permite la agricultura en tierras altoandinas. Y una nueva industria alpaquera innovando con tecnología el tejido. Las oportunidades de trabajo en zonas altoandinas pueden reducir la migración.  

Pero, sobre todo, sembrar agua y reforestar es la bisagra natural para reunir a las comunidades y las empresas de los Andes.

El libre contrato entre las comunidades y las empresas, no obstante, necesita ser rodeado de una política pública que incluye cuatro garantías.

La primera es agua y forestación. La segunda, titular la propiedad de las tierras comunales para empoderarlas, de modo que puedan negociar de igual a igual con las empresas. 

La tercera es la participación de las comunidades en la riqueza que produce la explotación de los recursos naturales en tierras comunales. Y la cuarta es la consulta previa.

El Perú puede fundar en la siembra de agua y la reforestación su crecimiento económico en el siglo XXI.

Hará falta complementar esto con una inversión masiva en carreteras, vías ferroviarias y puertos para sacar la producción maderera, agropecuaria y minera para la exportación. Pero todo comienza con la recuperación del control del ciclo del agua de los Andes.