Juegos Panamericanos 2019: COPAL presentará proyectos de ley - 1
Juegos Panamericanos 2019: COPAL presentará proyectos de ley - 1
Aldo Facho Dede

Hace algunos meses escribí una nota que titulé “Oportunidad Panamericana” (15/2/2016), en la que analicé la escala de trascendencia de sucesos singulares como los Juegos Panamericanos. Los referentes de éxito internacional nos muestran que los procesos de planificación urbana deben ser estratégicos y adaptativos, y utilizar este tipo de eventos como aceleradores de cambio. Estratégicos porque se basan en proyectos detonantes que deben activar dinámicas económicas y sociales; adaptativos porque deben tener la flexibilidad de adaptarse a la variabilidad de la ciudad, desde la sociedad.

En el caso de los Juegos Panamericanos Lima 2019, como bien se denuncia en el editorial de El Comercio “El juego del impro” (10/10/2016), no conocemos si existe una lógica de planificación y un sentido de legado. Los diferentes escenarios se están abordando sin una visión urbana que los articule y multiplique su valor. El estimado de inversión presentado al Congreso para la Villa Panamericana es de US$225 millones, que representa una inversión aproximada de US$1.160/m2. En la zona, el valor promedio de venta de departamentos nuevos es de US$600/m2. Si se pretende reconvertir la villa en viviendas luego del evento, ¿cómo se ha previsto resolver esa brecha? En este escenario, cualquiera de los posibles caminos es “perder-perder”, pues vender esas viviendas subsidiadas no solamente perjudicaría la capacidad de inversión del Estado, sino que representaría una competencia desleal para el sector inmobiliario.

Los ejemplos de fracaso están bastante próximos: los Bolivarianos Trujillo 2013, los Panamericanos Guadalajara 2011, las Olimpiadas Atenas 2004. Sobre estas últimas, se escribió una dura nota en El Dominical (14/08/2016) que grafica lo que deberíamos evitar: “La villa [olímpica] agoniza desde hace más de una década y nadie se atreve a liquidarla. Y, aun peor, las Olimpiadas son recordadas con odio por los atenienses”. ¿Vamos camino a eso? 

El señor Carlos Neuhaus, recientemente nombrado presidente del comité organizador, ha comparado el proyecto de la Villa Panamericana con la Residencial San Felipe (El Comercio, 9/10/2016). Es comprensible el optimismo, pero no por ello podemos engañarnos al equiparar el emplazamiento estratégico de Jesús María hacia 1960, y la realidad de Villa El Salvador en nuestros días.

A la fecha, se han sumado diferentes expertos y periodistas al cuestionamiento de la realización del evento, coincidiendo todos con el mismo argumento: ¿tiene sentido gastar S/4.000 millones (US$1.200 millones) en un evento sin tener certeza sobre el retorno de la inversión en servicios y bienestar para los ciudadanos? El sentido común nos dice que no. Con esa cifra se pueden desarrollar una diversidad de combinaciones entre infraestructura y servicios, todo ello con un impacto mucho más medible en la calidad de vida de las personas. 

Pero entonces, ¿puede tener alguna vez sentido organizar un evento de esta magnitud? La respuesta es sí, si es que se proyecta como legado para la ciudad y se multiplica la inversión en bienestar, riqueza y trabajo. Hoy, la pregunta más dura es: ¿estamos a tiempo de conseguir ese legado? Como se viene planificando el evento, será muy difícil, más si se insiste en que la Villa Panamericana se recicle en departamentos para la venta.

De mantenerse la ubicación de la villa en el Parque 26, se debería pensar en una nueva centralidad de equipamientos y servicios públicos, los cuales continuarían en propiedad del Estado. En caso se pueda revisar el emplazamiento, es recomendable analizar el Parque 23, a menos de dos kilómetros hacia el norte, el cual está mucho mejor ubicado a nivel accesibilidad (Panamericana Sur, avenidas Miotta y Pumacahua), contiguo al parque zonal Huayna Cápac, en una zona de mayor valor comercial y tangente a la futura línea 2 del Metropolitano.

Urge una mayor escala de planificación. El Gobierno Central posee cerca de 200 hectáreas de suelo subutilizado al sur de Lima: Parque 23, Parque 26 y terrenos contiguos al parque zonal Huáscar, que equivalen en área a cuatro veces El Golf de San Isidro. ¿Estaremos a la altura de lo que la historia nos demanda a puertas del bicentenario de nuestra independencia?