Sobre la Tablada de Lurín, por Juan Pablo de la Puente
Sobre la Tablada de Lurín, por Juan Pablo de la Puente

El martes 19 el país fue testigo de un hecho violento y organizado de forma predeterminada. Entre 700 y 900 personas invadieron la zona arqueológica de , Lima, parcialmente cercada con un muro de concreto y declarada Patrimonio Cultural de la Nación. 

Tablada de Lurín es un cementerio precerámico, con entierros y evidencias de hasta 8.000 años de antigüedad, según las investigaciones arqueológicas ejecutadas en el sitio en coordinación con la Pontificia Universidad Católica del Perú.

El proceso organizado de invasión se inició en la madrugada. No puede argumentarse desconocimiento de la condición arqueológica e intangible del predio. Gracias a la rápida acción de la policía, de la procuraduría y de la , la zona arqueológica fue desalojada el mismo día. 

En nuestro país existen alrededor de cien mil sitios arqueológicos. La cifra no es estática, pues de manera permanente se vienen descubriendo nuevos hallazgos que reescriben nuestro pasado milenario. 

Sus amenazas, riesgos y oportunidades son múltiples y varían en cada caso en función de sus características y su ubicación. Por ejemplo, los ubicados en zonas urbanas son los que se encuentran principalmente amenazados por la densidad urbana y la apropiación ilegal –y violenta– de la propiedad. Por otro lado, los ubicados en la costa norte son los que principalmente se encuentran amenazados por fenómenos climáticos como el de El Niño. 

No todos los sitios arqueológicos tienen el mismo potencial turístico. Por ejemplo, los cementerios prehispánicos tienen menor potencial turístico que un sitio arqueológico con estructuras, cuya intervención o conservación es visible y  visitable en superficie, y entre estos últimos, el potencial turístico se incrementa en caso existan vías de acceso y servicios públicos o por su cercanía a un circuito turístico consolidado.

Es decir, las amenazas y el potencial de los sitios arqueológicos son múltiples y responden a diversos factores. Por ello, la concibe una colaboración estrecha entre los tres niveles de gobierno y la sociedad civil, debiendo todos cooperar con el Ministerio de Cultura, ente rector en materia de Patrimonio Cultural de la Nación. 

El Ministerio de Cultura viene aplicando nuevas tecnologías de percepción remota para la identificación y registro de sitios arqueológicos, como los drones. Además, se trabaja en modificaciones legislativas, así como en la promoción de iniciativas, para, por un lado, acelerar los procesos de saneamiento legal de zonas arqueológicas y de su inscripción en Registros Públicos, y, por el otro, promover nuevas formas de financiamiento y de gestión de proyectos de conservación y puesta en valor. Debe tenerse en cuenta que ningún Ministerio de Cultura del mundo tendría el presupuesto necesario para, por sí solo, proteger, investigar, conservar y poner en valor todo nuestro vasto patrimonio cultural. 

El reto de todos es no sentirnos, en la práctica, ajenos a nuestra cultura, como sí lo están los que intentaron apropiarse de Tablada de Lurín, lamentablemente. La alianza entre los tres niveles de gobierno, el sector privado y la población es fundamental para proteger y beneficiarnos todos de la puesta en valor de nuestro patrimonio cultural.