"La respuesta de Johnson fue contraatacar. El domingo antepasado desencadenó una nueva estrategia para demostrar que el Gobierno podría ajustar el bloqueo a las necesidades de la población". (EFE)
"La respuesta de Johnson fue contraatacar. El domingo antepasado desencadenó una nueva estrategia para demostrar que el Gobierno podría ajustar el bloqueo a las necesidades de la población". (EFE)
Paul Keller

Un meme muestra un Reino Unido profundamente dividido, un país partido por los mensajes contrastantes de diferentes autoridades regionales sobre el bloqueo por el . Si bien el mensaje en Escocia y Gales es simple: “Quédese en casa”, en el lado inglés del mapa, el último mensaje del Gobierno sobre la relajación del bloqueo se resume burlonamente como “Anda a trabajar si puedes, pero no vayas a trabajar si no puedes”. En corto, el nuevo eslogan de Boris Johnson, “Estate alerta, controla el virus”, se había vuelto viral, pero de todas las maneras incorrectas.

Para sus asesores, este era el momento en que Johnson recuperaría a los escépticos que habían criticado su respuesta a la pandemia. Para algunos ha sido demasiado laxo; mientras que para otros, demasiado draconiano, amenazando con destruir la economía. La respuesta de Johnson fue contraatacar. El domingo antepasado desencadenó una nueva estrategia para demostrar que el Gobierno podría ajustar el bloqueo a las necesidades de la población. Lamentablemente, no fue así. En cambio, el plan de tres etapas para deshacer el encierro en Inglaterra provocó furia y burla en igual medida. Incluso el “Daily Mail”, normalmente leal y que habla por la clase media inglesa, describió como absurda la confusión creada por las nuevas directrices. En particular, se burló de la torpe manera en la que Johnson y sus ministros habían entregado el plan. CNN y el periódico izquierdista “The Guardian” fueron más allá: citaron a críticos que decían que Johnson había estropeado el anuncio.

A pesar de los titulares impactantes, las nuevas medidas representan solo una ligera relajación del bloqueo. A diferencia del presidente Vizcarra, que recibió elogios del presidente Trump por su manejo del virus, Johnson, una figura divisiva pero carismática, ha sufrido en los medios, incluso después de casi sucumbir al COVID-19 el mes pasado. Sin embargo, la reacción negativa al manejo de la crisis por parte de Johnson no es solo hacia él. La pandemia ha provocado una compleja matriz de emociones en Gran Bretaña. En parte, los números leídos en las noticias todas las noches no han ayudado. El Reino Unido, una isla densamente poblada, ahora tiene el mayor número de muertes relacionadas con en Europa.

Para muchos en Gran Bretaña, la pandemia representa una epifanía de claridad abrumadora sobre las desigualdades arraigadas en el país, principalmente la brecha entre ricos y pobres, así como las deficiencias peligrosas en el muy querido NHS. Estos problemas han existido siempre, pero solo ahora nos están mirando a la cara. Como en todas las economías avanzadas del mundo, la brecha entre ricos y pobres en Gran Bretaña está en su nivel más alto en décadas.

Un informe publicado por la Oficina Británica de Estadísticas Nacionales mostró que los hombres en trabajos poco calificados están muriendo de coronavirus a una tasa mucho más alta que aquellos en ocupaciones más calificadas. Entre los más expuestos, según el informe, hay hombres que realizan trabajos como taxistas y conductores de autobuses y autocares, asistentes de ventas y minoristas. Lejos de ser un gran nivelador, el virus, al parecer, respeta la riqueza y el estatus.

Hace poco, Gran Bretaña celebró el aniversario 75 del fin de la Segunda Guerra Mundial. Fue un recordatorio de la última vez que el país enfrentó una crisis de esta magnitud. Sin embargo esta es una amenaza completamente diferente. Durante la guerra, Winston Churchill podía afirmar con razón que su gobierno estaba haciendo todo lo posible para proteger a la gente. ¿Qué líder hoy puede hacer esa afirmación con el mismo grado de confianza? El mensaje implícito de Johnson es brutalmente honesto: confiamos en usted para que “juzgue responsablemente los riesgos”. Muchos en el Reino Unido han invocado las cualidades del estoicismo y el sentido común en tiempos de guerra. Esas cualidades por sí solas pueden no ser suficientes. En semanas, no meses, seguramente sabremos si el líder británico tenía razón al hacer que las personas, y no el Gobierno, sean responsables de protegerse en un Reino Unido cada vez más fracturado.