(Ilustración: Víctor Aguilar)
(Ilustración: Víctor Aguilar)
Teresina Muñoz-Najar

Es complicado ser optimista, positiva, medianamente feliz en estos tiempos aciagos e inciertos. Y es que no son pocos los momentos en los que nos hacemos preguntas que nadie responde: ¿podremos contar algún día siquiera una muerte, un contagio menos que el día anterior? ¿Acabar con la angustia estremecedora de esos compatriotas nuestros que arriesgan sus vidas por un plato de comida? ¿Proteger a sabe Dios qué número de niñas y mujeres que son violadas, maltratadas o asesinadas en sus propias casas mientras cumplen con el encierro? ¿Abrazar al amigo antes de que se vaya para siempre? ¿Enterrarlo, por lo menos? Pienso en mi querido Lucho Repetto, cuya ausencia es imposible de procesar y que ni siquiera podrá tener la fiesta de despedida que tanto se merecía. ¿Hay, entonces, un viso de esperanza?