"Que la semipresencialidad que hoy experimentan algunos colegios rurales se torne pronto en una realidad para cada escuela peruana". (Ilustración: Raúl Rodríguez)
"Que la semipresencialidad que hoy experimentan algunos colegios rurales se torne pronto en una realidad para cada escuela peruana". (Ilustración: Raúl Rodríguez)
Ana De Mendoza

Hoy el Perú conmemora el , y lo hace con un acto muy significativo: la de doscientos mil docentes, directivos y personal administrativo de las escuelas rurales de todo el país, las más rezagadas en este contexto de pandemia en el que el aprendizaje de niños, niñas y adolescentes ha quedado severamente afectado.

Se espera que el esfuerzo del Estado Peruano por asegurar la inmunización a toda la población mayor de 18 años, y a los adolescentes con comorbilidades, tenga un impacto favorable para el retorno a las aulas de los más de ocho millones de escolares.

La vacunación de equipos educativos en las zonas rurales es un mensaje de esperanza. En la actualidad más de 109.000 escolares han logrado volver a sus escuelas de forma segura, gradual, flexible y voluntaria. Actualmente 25.822 centros educativos están listos para la reapertura y 2.581 han logrado reabrir gracias al esfuerzo y compromiso de maestros, familias y equipos directivos. La inmunización de 200.000 docentes debe impulsar que la gran mayoría inicie clases presenciales.

Y es que entre las grandes lecciones que los quince meses de pandemia han dado, hay dos que el Perú, y en general Latinoamérica (la región con mayores pérdidas de aprendizajes durante este período) deberían tener en cuenta para alcanzar un desarrollo sostenible. Primero, que la escuela presencial es irreemplazable. Segundo, que el acceso al Internet es hoy un derecho fundamental para que ni estudiantes, ni maestros o maestras, se queden atrás, y que finalmente se cierren las brechas que tanto duelen y dividen al país.

Según “The Economist”, en países tan avanzados como Gran Bretaña, Canadá, Estados Unidos o Japón, el cierre de escuelas y la implementación de la educación virtual supuso un total de tres meses de perdida de aprendizajes para sus alumnos. Debemos preguntarnos, en una realidad como la peruana, donde el acceso a la educación virtual no está garantizado y el prolongado cierre de colegios ya se acerca a los 18 meses, cuánto será la perdida de aprendizajes y qué hacer para recuperarlos.

Primero, acelerar el retorno a las aulas. La evidencia en el Perú muestra que es posible planificar una reapertura segura, gradual flexible y voluntaria, siguiendo los indicadores epidemiológicos de cada departamento. Esta apertura no debería demorar más días que los requeridos para implementar las medidas de bioseguridad.

Por otra parte, reconocer el acceso a Internet como un derecho tal como lo viene señalando La unión de esfuerzos del Estado y la empresa privada deberá allanar ese camino, acercando este servicio a quienes hasta ahora han estado excluidos del mundo virtual.

Bienvenidas las vacunas al personal docente, y bienvenidos los esfuerzos que los equipos, las familias y los gobiernos nacionales y regionales hacen para avanzar en la reapertura de escuelas. Celebremos la diaria entrega de cada maestra y maestro, que ha seguido al pie del virtual pizarrón, y la tarea cumplida por los alumnos y padres de familia que han hecho malabares para mantenerse en el sistema educativo. Que la semipresencialidad que hoy experimentan algunos colegios rurales se torne pronto en una realidad para cada escuela peruana.