Ilustración: Giovanni Tazza
Ilustración: Giovanni Tazza
Jorge Medina Méndez

¿Por qué es necesario construir un movimiento ciudadano que se involucre activamente en la prevención y el combate a la corrupción? Porque la realidad muestra que, si no se hace, las sociedades experimentan mayor violencia e inseguridad. Porque la abundante evidencia indica que sin una ciudadanía fuerte y vigilante la salud, educación e infraestructura son precarias, debido a que la corrupción desvía ingentes recursos. Porque sin un movimiento ciudadano empoderado los valores democráticos decrecen y la impunidad aumenta.

El Perú –junto a Colombia, República Dominicana, México y Venezuela– tiene los peores resultados en cuatro de los cinco indicadores que miden la corrupción, según el Barómetro Global de la Corrupción de Transparencia Internacional en 20 países de la región, publicado en octubre de este año. Estos indicadores son: 1) la medida en la cual se percibe un aumento en el nivel de corrupción, 2) la percepción acerca del desempeño de los gobiernos en sus acciones contra la corrupción, 3) los niveles de corrupción policial percibidos, 4) las experiencias de soborno y 5) la medida en la cual se cree que la gente común puede marcar una diferencia en la lucha contra la corrupción.

Según el estudio, somos el segundo país más crítico a las acciones del gobierno para combatir la corrupción (73%), solo por debajo de Venezuela (76%). Somos terceros en pago de sobornos para acceder a servicios públicos básicos (39%), solo superados por México (51%) y República Dominicana (46%). Menos de la mitad piensa que es socialmente aceptable denunciar la corrupción y el 79% de peruanos cree que la corrupción ha aumentado en los 12 meses previos al sondeo, ¡por encima del 78% en Brasil! Estos resultados evidencian el grave deterioro que estamos viviendo: un ex presidente condenado, otro en prisión preventiva, uno más con orden de captura internacional, otro investigado, 67 gobernadores y ex gobernadores regionales investigados y procesados por corrupción.

Felizmente hay una buena noticia: la mayoría de peruanos (62%) cree que los ciudadanos podemos incidir significativamente en la lucha contra la corrupción. Y esto coincide con una tendencia global: el empoderamiento ciudadano. En este sentido, mañana por la tarde Proética realizará el foro Por un Perú Libre de Corrupción: Retos y Compromisos, un espacio de discusión para construir planes de acción concretos para combatir la corrupción. Participarán autoridades y especialistas, como Rodrigo Janot, ex procurador general de Brasil para el Caso Lava Jato, con quien extraeremos lecciones para otros procesos de investigación, así como los caminos que nos lleven a proponer reformas de fondo.

La participación ciudadana es el principal insumo que tiene el país para combatir la corrupción. ¿Qué hacer entonces? Los empresarios, por ejemplo, podríamos desarrollar programas de cumplimiento anticorrupción, no solo en el interior de nuestras empresas sino también a lo largo y ancho de nuestras cadenas de valor, de tal forma que contemos con sistemas eficaces que prevengan los riesgos de corrupción y, de producirse, detectarlos y remediarlos oportunamente. Podríamos crear mecanismos de sanción social, que muchas veces son más eficaces que la sanción legal y desarrollar una cultura de intolerancia que logre que al corrupto le dé vergüenza serlo. También, apoyar el periodismo de investigación y unir esfuerzos con organizaciones civiles anticorrupción. Además, la voz del sector privado debería ser escuchada en actos que afectan la democracia e institucionalidad.

A la academia le toca incluir en sus planes curriculares la formación con valores éticos que haga a los profesionales invulnerables al canto de sirenas de la corrupción. Educar a los jóvenes a no quedarse en la dimensión estrictamente económica, sino a ser líderes con visión de largo plazo considerando que sus decisiones impactan en la sociedad. Las universidades podrían tener mayor presencia e influencia para crear una cultura de integridad en el país. De otro lado, en su función orientadora, el periodismo puede contribuir al debate de los imperativos nacionales, poniendo énfasis en las causas de la corrupción y no solo en sus efectos; es decir, no detenerse en la fiebre sino profundizar en la infección. Los medios de comunicación pueden llegar a ser un vehículo de información extraordinario que despierte consciencias en una ciudadanía que parece dormida y la ayude a incrementar su nivel de indignación para ejercer presión saludable en los hacedores de políticas públicas.

A su turno, el gran reto para las organizaciones de la sociedad civil es pasar del diagnóstico a la acción para causar verdadero impacto. Debemos ser capaces de crear movimientos convocantes y atractivos que generen alianzas por un Perú libre de corrupción. Para eso, debemos ser absolutamente neutrales, plurales y diversos, anteponiendo el interés del Perú por sobre cualquier sesgo ideológico. En la región están surgiendo movimientos ciudadanos. Así, tenemos el Comité de Participación Ciudadana, un mecanismo de contrapeso y vigilancia en México; la ONG Reacción Paraguay, que promueve la transparencia en el manejo de las instituciones públicas en ese país, y recientemente ha sido creado el Observatorio de Integridad en el Perú. Los ciudadanos, independientemente de nuestros roles en el Estado, sector privado, medios, academia u ONG, tenemos más poder del que nos imaginamos. El investigador Paul Lagunes de la Universidad de Columbia, comprobó hace poco que la vigilancia ciudadana –a través de Proética– le ahorró S/24,3 millones al Estado Peruano al vigilar obras públicas a nivel distrital.

Prevenir y combatir la corrupción es una condición clave para lograr un sistema judicial sólido y transparente; también para contar con una clase política honesta y comprometida con las reformas de fondo; para lograr una sociedad desarrollada y equitativa. Necesitamos ciudadanos íntegros, informados y empoderados que, con valentía y coraje, ejerzan presión sobre los tomadores de decisiones. En Proética tenemos 15 años en este camino y aspiramos a liderar esfuerzos por un país libre de corrupción e impunidad. El Perú te necesita. ¿Qué esperas para unirte?