(AFP).
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/ CESAR PEREZ
María José Guerrero

El levantamiento iniciado por estudiantes en abril del 2018 emplazó a la sociedad nicaragüense a definir su posición frente al régimen de Daniel Ortega sin medias tintas. Los elementos de la rebelión no eran extraordinarios, pero lo que la diferenció de las anteriores fue su espontaneidad y el apoyo de amplios sectores de la sociedad. La comunidad internacional, de súbito, volteó los ojos hacia Nicaragua.