Es importante aprender a regular nuestras emociones en lugar de dejar que guíen nuestro comportamiento, la regulación implica monitorear, moderar y modificar las reacciones emocionales de manera útil, señala la especialista.
Es importante aprender a regular nuestras emociones en lugar de dejar que guíen nuestro comportamiento, la regulación implica monitorear, moderar y modificar las reacciones emocionales de manera útil, señala la especialista.
Liliana Alvarado

Cuando tomamos decisiones, tendemos a pensar que el análisis racional es el principal responsable de estas y que las sensaciones y emociones no tienen ninguna injerencia. Hay muchos estudios que determinan que las emociones son grandes influenciadoras de nuestras decisiones y que su sesgo proviene de la experiencia y del procesamiento rápido de la información.

Al contrario de lo que se cree, todas las decisiones están direccionadas por la emoción. Las emociones son parte de un proceso continuo de evaluación cognitiva y retroalimentación. Este sistema de evaluación ha evolucionado para nuestra supervivencia. Forma la base de nuestra decisión no solo sobre cómo actuar, sino en quién confiar.

Las emociones son en realidad muy racionales, forman parte del mecanismo de razonamiento y sustentan incluso nuestras decisiones más lógicas. No es suficiente saber lo que se debe hacer; también es necesario sentirlo.

Marc Brackett, profesor del Centro de Estudios Infantiles de la Universidad de Yale y director fundador del Centro de Inteligencia Emocional de Yale, presenta un enfoque basado en la evidencia de que nuestras emociones nos proporcionan información importante que puede cambiar nuestras vidas para mejor, cuando nos damos permiso para sentirlas.

En su libro “Permission to Feel”, él nos cuenta sobre un experimento que realizó en Yale, con un grupo de maestros de la universidad. Dividió al grupo en dos, e hizo que el primer grupo de maestros recordara una experiencia positiva y, el segundo grupo, una experiencia negativa. Luego les pidió a todos que calificaran un mismo ensayo. El grupo de estado de ánimo negativo (recordaron la experiencia negativa) calificó el ensayo con una calificación bastante menor que el grupo de estado de ánimo positivo.

Consultados los maestros por los resultados, poco más del 90% indicó que su estado de ánimo no había afectado su calificación. Por lo tanto, no se trata de si las emociones afectan o no nuestras decisiones y juicio. De lo que se trata es de entender que sí lo hacen.

Es importante aprender a regular nuestras emociones en lugar de dejar que guíen nuestro comportamiento, la regulación implica monitorear, moderar y modificar las reacciones emocionales de manera útil, para alcanzar objetivos personales y profesionales. Esto no significa ignorar las emociones inconvenientes, sino aprender a aceptarlas y tratarlas a medida que surgen.