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/ Rodrigo Abd
Fernando Vivas

No me gustan los doctores malos, esos que asustan para que me quede en casa. No me provoca hacerles caso, me convierten en un enfermo transgresor. Prefiero al buen doctor que me explica la enfermedad, que me orienta en sus causas y efectos y así me da herramientas para que yo, voluntariamente, decida quedarme en casa y saber cómo cuidarme si debo salir.

Alberto Vergara lo ha explicado en mejores términos: hay una razón de Estado, esa de regístrese y cúmplase; y una razón nacional con la que debiéramos hacer carne y corazón de la primera razón, con la que nos debiéramos sentir parte de una campaña colectiva para sobrevivir al virus minimizando las bajas de peruanos. Como si el Perú fuera a clasificar a otro mundial y dependiera de cada uno de nosotros.

Bueno, pues, eso es lo que flaquea y hay que fortalecer. Esa razón nacional no puede ser fruto exclusivo de la represión sino de un discurso patriótico y orientador. La represión causa hastío y nuevos miedos –¡cómo si el del contagio no fuera suficiente!– a morir desempleados y desabastecidos de los productos esenciales.

Estoy convencido, y luego de esto los epidemiólogos y sociólogos podrán darme la razón o rebatirme con cifras, de que la lógica represiva que llevó a incrementar toques de queda y detenciones ha causado más contagios que los que se hubieran tenido con una cuarentena un poco más laxa. La sola noticia de que se venían días de inmovilización total en Semana Santa y en domingos provocó aglomeraciones nerviosas e infecciosas.

La lógica represiva de Estado, queriendo hacer el bien, hace mal acortando el tiempo de salir a la calle. La lógica social, orientadora de una razón nacional, nos haría ver que la distancia física se logra con más horas y turnos; no con encerronas que invitan a la transgresión.

Quien está en el extremo opuesto de todo lo que digo es el doctor Ciro Maguiña, vicedecano y voz en clave alta del Colegio Médico. Él ha sido de los primeros en pedir la prolongación de las cuarentenas antes de que el Gobierno las decidiese y, ahora, cuando la salud física, mental y económica se ha deteriorado aún más, ¡pide 2 o 3 días de inmovilización total durante la semana!

A ver, doctor. No dudo en que la buena intención que compartimos es minimizar los contagios. Pero, a estas alturas y con las evidencias de que la lógica represiva no ha funcionado como esperábamos (a otros países les va igual o mejor con cuarentenas menos rígidas), su propuesta solo generaría más hastío, pánico, transgresión y nos alejaría de la razón nacional esquiva. Tenga serenidad y confianza, doctor Maguiña; ténganla, doctores sacrificados y extenuados, en que los pacientes podemos aprender a cuidarnos con la razón más que con la fuerza.

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