Antes de que acaben con nosotros, por Federico Salazar
Antes de que acaben con nosotros, por Federico Salazar
Federico Salazar

Un problema siempre es más grande cuando no nos damos cuenta del problema. Esto sucede con el presidente Ollanta Humala. Su último mensaje a la nación así lo demuestra.

El principal problema del país, según la percepción ciudadana, es la falta de seguridad. El presidente dedicó más tiempo a hablar del agua potable que de los asesinatos, los robos y la extorsión. 

El gobierno, sin embargo, ha hecho esfuerzos. Según el presidente, este gobierno ha realizado una inversión sin precedentes en seguridad ciudadana. Ha equipado a la policía, con tecnología y logística policial.

El gobierno invirtió más de dos mil millones de soles en patrulleros, helicópteros y otros. No obstante, lejos de resolver el problema de la inseguridad, este ha avanzado y se ha convertido en una amenaza sin precedentes contra la sociedad.

Los helicópteros o patrulleros son solo parte del problema. El asunto no es cuánto gastó, sino en qué y cómo. El logro para mostrar no debe ser una cifra de inversión, sino una cifra de resultado.

El problema de la inseguridad empieza por la Policía Nacional del Perú (PNP) como institución. Es crítica la cantidad de efectivos que usaron el uniforme para delinquir. Es alarmante la cantidad de policías involucrados en bandas de asaltantes, de extorsionadores y de narcotraficantes.

Hay denuncias sobre cobros de cupos en algunas escuelas de la policía. Si un policía debe pagar para entrar a la PNP, ¿qué se puede esperar de ese efectivo? ¿Qué se puede esperar de una policía a la que se ingresa por un sistema de cupos?

Hace poco se tuvo que cambiar a todo el personal de la comisaría de Lince. Al parecer, todos sus miembros estaban involucrados en el secuestro y robo a un empresario maderero. La impunidad con la que actuaron sugiere que no era la primera vez. ¿Se ha investigado a esta banda? ¿Cuáles son los resultados?

El presidente Humala cree que el logro es el número de patrulleros. Pero, ¿y la administración? Hace poco hemos visto llegar a dos buenos policías a un asalto, ¡en taxi! 

¿Ya se interconectaron las comisarías? ¿Ya todas tienen sus sistemas de comunicación completos? No hablo de comunicación satelital, sino de ¡que tengan teléfono y radio!

¿Cuántos centros penitenciarios cuentan con bloqueadores de celulares? ¿Se necesitan más de cinco años para comprarlos e instalarlos? ¿O hay que esperar otros cinco años para detener la ola de extorsiones que empieza en las propias prisiones?

Recordamos, todavía, cuando en el 2012 el jefe de Estado presidió el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana. Se mostró muy enfático y dio órdenes a algún ministro. Parece que fue solo para la foto. Abandonó ese comando.

La seguridad no es un tema meramente policial, por supuesto. Tiene que ver con la degeneración del derecho penal, con el avance de la corrupción también en otras instituciones, como el Poder Judicial, la fiscalía, el Consejo Nacional de la Magistratura, el INPE y el Congreso.

¿Cuál es el diagnóstico del problema? ¿Cuál es, en esa perspectiva, el plan para salir del problema? Casi cinco años no le han sido suficientes al presidente Humala para elaborar un diagnóstico y un plan de acción.

El mandatario ha prometido una autocrítica. Esperemos que la haga antes de que la delincuencia acabe con nosotros. Con las niñas a las que disparan para arrebatar su celular, con los dueños de pequeñas pollerías o cabinas de Internet, con humildes vigilantes que los delincuentes acribillan o con los propios policías que vuelan con los explosivos de los extorsionadores.

La seguridad es el principal problema para la ciudadanía. No lo ve así el presidente Humala. El problema es que no ve el problema. No entiende su magnitud ni su naturaleza.