"Afganistán devino en un Estado fallido, hundido en la anarquía tribal, fundamentalista y odiador de la modernidad occidental". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"Afganistán devino en un Estado fallido, hundido en la anarquía tribal, fundamentalista y odiador de la modernidad occidental". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Francisco  Tudela

La modernización de la inició el rey Amar Allah Khan, dotando a ese país de una Constitución en 1922; un Código Administrativo en 1923, y renovando la Constitución en 1928. Su sucesor, Mohammed Zahir Shah, incorporó a Afganistán a la Sociedad de Naciones en 1934 y decidió abrir su país al mundo.

Estableció el derecho de las mujeres a ir a la escuela y a no utilizar el velo en 1959, otorgándoles derechos civiles y emprendiendo importantes reformas sociales. Estas tímidas cambios no eran diferentes de las que se llevaban a cabo en muchos países del Asia o América Latina en esa misma época.

Ya en 1953, el rey había nombrado a un distinguido embajador y exministro, además de pariente suyo, como primer ministro. Se trataba de Sardar Daud Khan. Confrontado con un Afganistán emergente, se dedicó a buscar financiación para el desarrollo de su país. En plena Guerra Fría, tuvo la mala idea de jugar a ambos bandos, financiando sus proyectos tanto con Washington como con Moscú. Solía decir: “nada me hace más contento que encender un cigarrillo americano con un fósforo soviético”.

La primera década del gobierno de Sardar Daud Khan fue de ensueño. Los acuerdos para construir represas, autopistas, hospitales y centrales eléctricas se multiplicaban. El sector privado crecía y a través de acuerdos con los EE. UU., los estudiantes afganos, mujeres y hombres, se graduaban en las universidades norteamericanas. Pero Sardar Daud compraba armamento soviético y enviaba a los militares a formarse en la URSS. Así pues, mientras las clases profesionales afganas regresaban de Occidente liberales y tecnocráticas, los militares regresaban de la URSS marxistas leninistas.

En 1963, el rey Zahir Shah destituyó a su primer ministro. El monarca convoco a una asamblea constituyente que dio una Constitución liberal en 1964, la cual no solamente ampliaba las libertades de expresión y reunión, sino que por voluntad del monarca restringía los poderes del rey y excluía a cualquier miembro de la familia real de cargos públicos. Se eligió un nuevo Parlamento, se liberaron a los presos políticos, se dio independencia a la prensa y se formó la Corte Suprema.

Para 1967, Kabul era una ciudad vibrante donde hombres y mujeres seguían las modas de occidente, había una población extranjera significativa y era un lugar de visita obligado del “camino hippie” entre Europa y la India. Las estructuras sociales se volvían permeables y flexibles, abriéndose negocios, colegios y universidades.

En 1970, empezaron las tensiones entre la población rural tribal, el ejército, los intelectuales marxistas, la clase media occidentalizada y un pequeño grupo de islamistas radicales formados en Egipto. Sardar Daud Khan, el depuesto primer ministro, aprovechó el descontento y aliándose con los comunistas dio un golpe de Estado y exilió al rey. Luego proclamó la república y se hizo presidente. Inmediatamente purgó a sus aliados comunistas.

Los comunistas sobrevivientes, dirigidos por Hafizulla Amin, en combinación con el ejército, lo engañaron en 1978, haciéndole creer que se avecinaba una insurrección comunista. Sardar Daud desplegó los tanques en Kabul para defenderse, pero desplegados, los tanques se dirigieron al palacio y lo atacaron. Se dice que algunos oficiales hablaban ruso. Sardar Daud Khan murió en la asonada.

Se estableció un gobierno comunista bajo el mando de Muhammad Taraki. La revolución comunista hizo una revolución marxista leninista represiva y totalitaria, de manual, que llevó al colapso total de la economía, provocando la migración de millones de afganos. En la ciudad de Herat, fueron asesinados unos asesores soviéticos y Breznev hizo bombardear la ciudad. Hubo cinco mil muertos.

El alzamiento contra el gobierno se hizo general. Los muyahidines que lideraban a las tribus aún no hacían gala de su islamismo, sino de su anticomunismo, para infiltrar así a toda la resistencia. Consiguieron ayuda de Pakistán. Hafizulla Amin y Muhammad Taraki se enfrentaron por el control del partido, siendo Taraki asesinado. La URSS, temerosa del colapso afgano y de la influencia de la naciente revolución islámica iraní, invadió Afganistán el 24 de diciembre de 1979.

En el ajedrez de la Guerra Fría, los EE.UU. apoyaron con armas y dinero a las tribus con la finalidad de infligir una derrota estratégica a la URSS, empoderando así a los muyahidines islamistas. Ganaron, pero como dice el proverbio, nadie sabe para quién trabaja. A partir de ese día, Afganistán devino en un Estado fallido, hundido en la anarquía tribal, fundamentalista y odiador de la modernidad occidental. Este año, se ha constituido como el Emirato Islámico de Afganistán.