"Es inútil que el Foro Económico Mundial pretenda predecir el estancamiento económico, la crisis del empleo y el descenso del nivel de vida en el Perú, pues son cosas que vivimos a diario". (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa)
"Es inútil que el Foro Económico Mundial pretenda predecir el estancamiento económico, la crisis del empleo y el descenso del nivel de vida en el Perú, pues son cosas que vivimos a diario". (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa)
Francisco  Tudela

El de Davos (Suiza) en su “Informe de Riesgos Globales 2022″, publicado el pasado 11 de enero, ha señalado cinco riesgos existenciales para el , en el siguiente orden: colapso del Estado; estancamiento económico prolongado; crisis de empleo y en el nivel de vida; desigualdad digital; y, daño al medio ambiente y proliferación de actividades económicas ilícitas. No hay prospectiva, mérito, ni magia en este pronóstico, porque más bien parece la descripción obvia de un proceso en curso iniciado, hace casi dos años, con el inicio de la pandemia del COVID-19.

Para todos los peruanos resulta evidente que hoy tenemos un más interesado en el posicionamiento político de sus militantes dentro del Estado que en el buen Gobierno del Perú. Es evidente que el partido de Gobierno persigue un proyecto político deliberadamente opaco que está reforzado por el hermetismo del jefe del Estado. Con estas incertidumbres que produce un Gobierno alejado de las preocupaciones reales de los peruanos y las desilusiones que produce la corrupción, es inútil que el Foro Económico Mundial pretenda predecir el estancamiento económico, la crisis del empleo y el descenso del nivel de vida en el Perú, pues son cosas que vivimos a diario.

Más aún, la retórica confrontacional del Gobierno hacia los opositores y los medios de comunicación, sumada a la insistencia gubernamental para realizar un referéndum para instalar una asamblea constituyente al estilo venezolano, así como la constante denigración demagógica de los “200 años”, en referencia a toda nuestra vida republicana, ha generado una desconfianza general que erosiona gravemente la cohesión social y económica del país, las cuales se fundamentan, en última instancia, en una y solo una cosa: la confianza ciudadana en sus autoridades.

Respecto al problema digital, según el INEI, el Perú se ubica en el tercio inferior a nivel mundial en cobertura y calidad de infraestructura digital. Sobre el medio ambiente, la Organización Meteorológica Mundial ha señalado que estamos al final de un fenómeno de La Niña, al cual se suma la inveterada incuria nacional respecto al destino de los desechos urbanos e industriales, además de las actividades destructivas del medio ambiente como lo es, entre otras, la minería informal ilegal que destruye los ecosistemas amazónicos.

En actividades económicas ilícitas, ostentamos el baldón de ser el segundo productor mundial de cocaína refinada con 88.000 hectáreas respecto de las cuales el Gobierno tiene una política que debe aclarar en el plano internacional. Debemos añadir a esto el masivo fenómeno de la economía informal, presentado hace cuarenta años como el gran espíritu capitalista peruano, pero manifestándose hoy como una catástrofe social y fiscal insoluble que estimula conductas mafiosas para evadir el ánimo hiperregulador de un Estado pesado, codicioso, con mucha corrupción en su seno, y que da poco o nada al ciudadano.

El Foro de Davos tiene fama de utilizar su prospectiva alarmista para vender sus propuestas políticas y económicas. Si uno ve la lista de sus socios, esta es muy similar a las empresas listadas en los índices bursátiles del Dow Jones o el Standard and Poor, pero más larga. Su presidente ejecutivo es el profesor Klaus Schwab, proponente con el príncipe Carlos de Gales de la teoría del “Gran reinicio”, una propuesta inverosímil de economía planificada global.

Schwab considera que el mundo debe superar el capitalismo de accionistas (la libre empresa) y el capitalismo de Estado (China, para ponerlo muy simple), mediante una tercera fórmula mixta, el “capitalismo entre las partes interesadas”, esto es, las grandes corporaciones privadas devendrían en fideicomisarios de la sociedad, juntamente con los gobiernos, y sus decisiones regirían los destinos de la humanidad.

¿Dónde queda la libertad de los pueblos y de los ciudadanos aquí? En ninguna parte, pues Schwab coloquialmente se refiere a esto como el “matrimonio de Adam Smith y Karl Marx”, una suerte de totalitarismo globalista político-plutocrático que ni Aldous Huxley o George Orwell en sus peores pesadillas imaginaron. Ya Samuel Huntington había criticado al foro en “Almas muertas: la desnacionalización de la élite estadounidense” (artículo publicado en la revista “The National Interest” el año 2004), cuestionando el abandono de lo nacional por los “hombres de Davos”.

Pese a todo lo mencionado, el “Informe de Riesgos Globales 2022″ de 116 páginas merece leerse, pues contiene mucha información estadística para reflexionar sobre los riesgos que ya afectan al Perú y el mundo. Claro, el Perú no necesita fórmulas político-plutocráticas socialistas para superar la actual crisis, sino las experiencias exitosas de su propia historia y la acción decidida de la sociedad civil y las fuerzas democráticas para superar el impasse en el que se encuentra.