Los ‘antialiados’ de Humala, por Juan Paredes Castro
Los ‘antialiados’ de Humala, por Juan Paredes Castro
Redacción EC

Es evidente que las caídas del presidente Ollanta Humala en aprobación y confianza públicas responden cada vez más a sus actos propios, así como a sus alianzas, que a sus adversarios reales o imaginarios. En efecto, a estas alturas de su tercer año de gobierno, sus alianzas y aliados han sido más un desastre que un acierto, más un factor de inestabilidad que de estabilidad y más un resorte confrontacional que conciliador.

La última encuesta de El Comercio - Ipsos cuestiona severamente su déficit de liderazgo. Insólitamente, el componente más crucial de un sistema presidencialista, que concentra mucho poder en una sola mano –de quien es presidente, jefe del Estado y encarnación de la Nación al mismo tiempo–. Además, sin la menor capacidad de redistribuirlo en un gabinete ministerial que la mayor parte del tiempo es administrado, en la práctica, por Nadine Heredia, su esposa.

La primera alianza fallida de Humala en el poder fue precisamente con Nadine Heredia, en tanto y en cuanto ella la asumió como la oportunidad que jamás se le presentaría en la vida para tentar la presidencia de la República desde el gobierno de su esposo. A sabiendas de que la prohibición legal para hacerlo supondría una desafiante provocación a la institucionalidad democrática, más pesó en el proyecto la posibilidad de disponer de poder político y recursos estatales que los cálculos de abandonarlo por exquisiteces electorales.

La tentación reeleccionista y continuista de la pareja presidencial se convirtió así en el peor lastre de la gobernabilidad del país. Tanto se ha comprometido en ese obsesivo objetivo que el gobierno y el han quemado tiempo y energías buscando sacar del camino electoral al que consideraron siempre su mayor obstáculo y principal adversario: Alan García. Este fue otro gran error al que llevó a Humala su aliado Alejandro Toledo, casi como el error de Susana Villarán respecto de Luis Castañeda. En ambos casos la persecución frenética les devuelve a sus adversarios más robustecidos que nunca.

En su alianza con la Hoja de Ruta (respeto a la democracia, a las libertades y al modelo económico), sin la cual no habría llegado a la presidencia, Humala podía haber desempeñado una mejor gestión. Lástima que los espejos retrovisores del chavismo y la gran transformación no le hayan permitido manejar un horizonte más claro. Ahora mismo algunos aliados y amigos suyos le aconsejan virar hacia la izquierda, como quisieron hacerlo el segundo semestre del 2011, cuando lo empujaron a hipotecar Conga a Gregorio Santos, su ex aliado de campaña electoral, como también lo fue a su turno César Álvarez en Áncash, hoy acusados de graves delitos.

Si Humala hubiera, como Toledo, convertido a sus primeros ministros (además de pesos pesados políticos) en sus mejores aliados, más de una compensación de gestión y resultados tendría el día de hoy.