Andrés Oppenheimer

Si el gana las del martes 8 de noviembre por amplia mayoría, como lo indican varias encuestas, el Congreso de Estados Unidos estará prácticamente controlado por legisladores que no han aceptado los resultados de las elecciones del 2020, incluidos muchos que han apoyado la violenta toma del Capitolio del 6 de enero del 2021.

Eso es un mal augurio para el futuro de la democracia estadounidense. Un Congreso controlado por gente que no está dispuesta a aceptar la victoria de sus rivales, incluso después de que fuese certificada por la Corte Suprema, puede convertir a un país ya políticamente dividido en uno aún más polarizado.

Peor aún, puede conducir a una mayor violencia política, provocando más incidentes como el reciente ataque al marido de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, por un extremista de derecha.

Según una investigación del “Washington Post”, el 51% de los candidatos republicanos que se postula para el Congreso, las gobernaciones y fiscalías estatales en las elecciones del martes ha desafiado o cuestionado la victoria del presidente Biden en el 2020. Es probable que muchos de estos candidatos sean elegidos y estén a cargo del conteo de votos en las elecciones presidenciales del 2024. Un estudio similar del “New York Times” encontró que el 70% de los republicanos que se postula para el Congreso se ha hecho eco de las falsas afirmaciones del expresidente Trump de que la elección de Biden habría sido fraudulenta.

Por si a alguien se le olvidó, las falsas denuncias de Trump fueron evaluadas y consideradas ‘sin fundamento’ por el Colegio Electoral, la Corte Suprema (de mayoría conservadora), más de 60 tribunales inferiores, el entonces vicepresidente de Trump, Mike Pence, e incluso el exsecretario de Justicia de Trump, Bill Barr. Todos concluyeron que no hubo fraude.

Biden ganó el Colegio Electoral por 306 votos contra 232 de Trump, y también ganó el voto popular por 7,5 millones de votos. Comparativamente, Trump en el 2016 ganó el Colegio Electoral, pero perdió el voto popular por 3 millones de votos.

Incluso la página editorial del diario conservador “The Wall Street Journal”, tras apoyar a Trump durante su mandato, concluyó tras las elecciones del 2020 que las afirmaciones de fraude de Trump eran absurdas.

A pesar de todo, es probable que los estadounidenses elijan a muchos candidatos republicanos que niegan el fundamento básico de la democracia: la santidad del voto. Y es probable que esta nueva camada de legisladores de extrema derecha estará a cargo de certificar las elecciones presidenciales del 2024.

Históricamente, el partido de la oposición tiende a ganar las elecciones intermedias de Estados Unidos. Y las encuestas sugieren que es casi seguro que los republicanos ganarán la Cámara de Representantes en estas elecciones, y probablemente también podrían ganar el control del Senado.

Muchos votantes están más preocupados por la inflación que por el futuro de la democracia. Y el Partido Republicano ha sido muy exitoso en instalar la narrativa de que la alta tasa de inflación de Estados Unidos es culpa exclusiva de Biden, a pesar de que se trata de un fenómeno mundial causado en gran parte por la crisis del COVID-19 y la invasión de Rusia a Ucrania. De hecho, Estados Unidos sigue siendo una de las economías más sólidas del mundo, y su tasa de inflación del 8,1% es más baja que la del 10,2% de Alemania, o la del 11,3% del Reino Unido, según el Fondo Monetario Internacional.

Soy bastante pesimista sobre el futuro inmediato de la democracia estadounidense. Me temo que, aunque muchos republicanos no creen en las mentiras de Trump sobre las elecciones del 2020 y son respetuosos del estado de derecho, votarán en base a otros temas, y elegirán a una nueva generación de políticos que, en muchos casos, no están dispuestos a jugar bajo las reglas de la democracia.

Ojalá me equivoque, pero creo que Estados Unidos se encamina hacia un futuro de mayor polarización política y más violencia.

–Glosado y editado–

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Andrés Oppenheimer es periodista