Bienvenidos a la jungla, por Pedro Suárez-Vértiz
Bienvenidos a la jungla, por Pedro Suárez-Vértiz
Pedro Suárez Vértiz

Durante años Axl Rose, utilizando la franquicia del nombre de la banda Guns N’ Roses –añadido a la enorme ventaja de ser él su voz principal–, ha ganado literalmente millones de dólares presentándose por todo el planeta sin los integrantes originales. Esto aprovechando el gran fanatismo de la generación que tanto los siguió en su época de oro, a finales de los 80 e inicios de los 90. Sin embargo, en marzo de este año, tras varios meses de especulaciones, los Guns N’ Roses confirmaron que saldrían de gira nuevamente con sus integrantes iniciales. Se sabe del complicado carácter de Axl Rose y sus ínfulas de sentirse dueño de la banda. O al menos actuar como tal y aprovecharlo. Así que es realmente un sueño para los fans esta reunión que hace olvidar tanta majadería del cantante, con tal de volver a ver nuevamente a Slash –quien mandó a la banca a todos los hiperveloces guitarristas del heavy metal de los 80– haciendo los intros y solos de los Guns con su Les Paul Gibson.

El 1 de abril arrancó la gira con un concierto en Los Ángeles, que representó el primero que dieron juntos tras más de 20 años. Not in this Lifetime World Tour es el nombre del periplo, que incluirá también a Argentina, Brasil, Chile y Colombia. El concierto se realizará el jueves 27 de octubre en el Estadio Monumental y nos permitirá ver por primera vez en escena, después de décadas, a Axl Rose, Slash y Duff McKagan.

La primera visita a América Latina fue México, donde se vendieron todas las entradas para los dos conciertos que dieron. La gran reflexión que me trae todo esto fue una respuesta del productor Manuel Garrido Lecca ante mi pregunta de por qué la industria musical actual no ha pegado a nadie como ocurría antes. De hecho, veo que aparecen por todos lados fulanos desconocidos, ganadores de mil premios y que no son seguidos masivamente por nadie. Él contesta: “Ahora todo es descartable y por la Internet la oferta de productos supera largamente la capacidad que el consumidor puede tener para asimilar, entender y conectar con un artista. Antes, el consumidor podía formar una relación significativa con el artista. Hoy no, porque todo dura 15 minutos y, si no te gusta, tienes otros 30 clones que puedes elegir. En ese entonces, el más grande peligro que enfrentaba el artista era la piratería. Hoy es el anonimato”.

Esto explica por qué reciclar lo de antes resulta muy rentable, y por eso las reuniones de artistas pre-Internet son tan exitosas. Esto lo sabe Axl Rose y pienso que no lo desaprovechará, así se odien entre todos. Estadios llenos arreglan cualquier lío. Cuando Guns N’ Roses apareció era una propuesta de rock más auténtica y en contra del glam rock de Poison, Bon Jovi, Cinderella o Mötley Crue. Canciones como Welcome to the Jungle o Paradise City eran rockeramente muy honestas, poderosas y rítmicas. Con buenos riffs pero sobre todo muy melódicas, sin perder su esencia agresiva. No se puede negar que temas como Sweet Child o’ Mine o November Rain tienen solos de guitarra épicos del talentoso –y considerado por muchos como el corazón de la banda– Slash, mezclado con el falsete irreemplazable de Axl Rose. Glamour, hard rock con autenticidad, tatuajes y muchas raíces –a pesar de las licras de Axl– fueron elementos que conectaron muy bien con la juventud, harta del ‘hair metal’ tan comercial que saturó los 80. Esto en la antesala a la época grunge. ¡Así que a disfrutar, fanáticos de los Guns!

Esta columna fue publicada el 16 de julio del 2016 en la revista Somos.