El ‘big bang’ de la integración, por Roberto Abusada Salah
El ‘big bang’ de la integración, por Roberto Abusada Salah
Roberto Abusada Salah

Pasó casi inadvertido y, sin embargo, se trata de un evento en el área comercial latinoamericana análogo al que ocurrió con el ‘big bang’ de la bolsa de Londres hace 30 años, tras la masiva desregulación que transformaría totalmente el mercado financiero británico con repercusiones en todo el mundo. 

Desde el domingo, el 92% de los bienes producidos en los cuatro países de la Alianza del Pacífico (AP), formada por el Perú, Chile, Colombia y México, puede intercambiarse con arancel cero. Estos bienes podrán circular libremente dentro de este vasto territorio como si se tratara de una sola nación. 

Esta decisión tiene el potencial de llevar la estructura productiva peruana a una etapa de crecimiento y diversificación insospechada. Se trata de un mercado que abarca más de cinco millones de kilómetros cuadrados, con 220 millones de habitantes y un PBI de US$2,2 billones. Más importante aun, la AP es un esquema de integración abierto al mundo. Sus miembros tienen tratados de libre comercio con las economías más competitivas de Europa, América y Asia. 

A diferencia de otros esquemas de integración, la AP avanzó de manera vertiginosa desde su creación a iniciativa del Perú hace solo cinco años. Y aspira a convertirse en un área de integración profunda con libre flujo de bienes, servicios y personas entre países que tienen políticas públicas similares, los mismos valores democráticos y respeto de las libertades individuales. 

Así, la AP puede convertirse en una fuente adicional de estabilidad económica y política. Hoy sus miembros han puesto en práctica mecanismos para facilitar el movimiento de personas, la fusión de sus bolsas de valores, el establecimiento conjunto de embajadas, oficinas comerciales y muchos otros esquemas de cooperación que pueden también llevar a la AP a actuar con una sola voz en la escena internacional. 

Contrastando con los tratados de integración cerrados al mundo –tal como pretendieron ser la Comunidad Andina o el Mercosur–, la AP no es una entelequia creada por el voluntarismo político sin atención a diferencias económicas insalvables que impidan su desarrollo. Por el contrario, la AP ha nacido de manera natural después de que sus miembros compartieran una visión común respecto del manejo de sus economías y su interrelación con el resto del mundo. 

No sorprende, por tanto, el inusitado interés de la comunidad internacional en acompañar de cerca su evolución. A la fecha, existen 42 países de todos los continentes que tienen estatus de observadores en la AP. Mientras Costa Rica y Panamá han sido las primeras economías en manifestar su deseo de incorporase a la alianza.

Quizá el más importante elemento dinamizador de corto plazo que posee la AP sea el mecanismo llamado acumulación de origen, mediante el cual cualquiera de sus miembros puede tomar materiales, insumos, partes o piezas producidas en cualquiera de los cuatro países e incorporarlos en productos a exportarse a cualquier país de la alianza y, más importante aun, a los países con los que el país exportador tenga un tratado de libre comercio. Además, el Perú, Chile y México son signatarios del Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), y Colombia ya despliega esfuerzos para su adhesión. Lo mismo sucede con el Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC). 

Sin duda, la AP puede constituirse en una poderosa plataforma de exportación y atracción de capitales y tecnología desde Asia, e incorporarse igualmente a las cadenas de valor de las economías más importantes y dinámicas del mundo. 

Además, los cuatro países fundadores son naciones mineras de primera importancia, y ello abre posibilidades para el desarrollo de un enorme e integrado conglomerado de industrias relacionadas con la actividad de este sector, incluyendo empresas de servicios de asesoría y de desarrollo de nuevas tecnologías. 

Por supuesto que todo lo anterior no exime a los miembros de la AP de avanzar en profundas reformas estructurales en áreas institucionales de educación e innovación que permitan aprovechar tan promisoria oportunidad hoy a su alcance. Los programas conjuntos de inversiones, innovación, cooperación científica y educación adquieren hoy un carácter inaplazable si se han de aprovechar todas las ventajas que tan amplia integración ofrece.