(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Alfredo Torres

El Perú contaba al momento de su independencia con poco más de un millón de habitantes. Para usar la nomenclatura del censo de hoy, se estima que 58% eran quechuas, aimaras o nativos, 22% mestizos, 12% blancos y 5% afrodescendientes. La composición étnica era muy distinta en Lima, donde residían poco más de 60 mil personas. De ellos, casi 40% eran blancos, otro tanto afrodescendientes, 10% mestizos y 10% quechuas. Va a ser interesante comparar los estimados de la época con los que saldrán del censo de hoy, aunque ya se puede anticipar que en la actualidad la mayoría se autoidentificará como mestiza.

El Perú duplicó su población para el cincuentenario de su independencia y llegó a los 5 millones alrededor de 1921. 50 años después llegó a casi 15 millones y hoy pasa los 30 millones de habitantes. En el caso de Lima, el crecimiento fue mucho más acelerado. En 1921 contaba con apenas 225 mil habitantes y en 1971 había saltado a 3 millones. Y ahora, Lima Metropolitana (que incluye al Callao) supera los 9 millones. Es decir, el Perú multiplicó su población por 5 en el primer siglo de república y nuevamente por 6 en su segundo siglo de vida. En cambio, Lima creció 4 veces en el primer siglo y 40 veces desde 1921. Con ello pasó de representar 5% de la población nacional entonces a 30% en la actualidad.

Lima fue siempre la ciudad con mayor nivel de vida del Perú, pero las condiciones en que se vivía hace un siglo eran muy inferiores a las de hoy. Según el censo que se llevó a cabo en Lima en 1920, 68% de las viviendas tenía 1 a 2 ambientes, 23% de 3 a 7 ambientes y 7% de 8 a más. En el censo del 2007, se encontró que estas proporciones habían pasado a ser 39%, 56% y 5%. Es decir, la mayor parte de la capital vivía en condiciones de pobreza y hacinamiento cuando el Perú celebró el centenario de su independencia, mientras que en el 2007 Lima ya contaba con una clase media mayoritaria.

Los testimonios de la precariedad de las condiciones de vida en 1920 son elocuentes. “…las calles de Lima, que solo se riegan de tarde en tarde, se hallan cubiertas de capas de polvo…”, decía El Comercio en 1921. Al año siguiente, el gobierno dio un decreto que ordenaba que en todo callejón o casa de vecindad fueran instalados una ducha, un inodoro y un botadero por cada diez habitaciones, indicador de las dificultades de la higiene en la época. Las epidemias de sarampión, viruela, neumonía y enfermedades gastrointestinales eran devastadoras. La esperanza de vida al nacer era de alrededor de 30 años.

Con los avances de la medicina y la vacunación, la esperanza de vida en el Perú fue mejorando. En 1950 era de alrededor de 40 años, en 1960 de 50 años, poco después de 1980 pasa los 60 años y ahora es de 75 años. En las últimas décadas, la expansión de la infraestructura de agua y luz ha sido fundamental. Entre 1992 y el 2007, las viviendas con acceso a la red eléctrica pasaron de 55% a 74% y las viviendas con conexión a la red de agua de 43% a 55%. Hoy se estima que 95% de las viviendas tiene acceso a la electricidad y 87% al agua potable. El acceso a la electricidad permitió a los hogares refrigerar sus alimentos, pero ello tomó más tiempo del que se cree. En 1972 solo 7% de los hogares peruanos tenía una refrigeradora. Actualmente, se estima que la penetración es de 53% en el país y de 84% en Lima.

Dada la baja esperanza de vida que había hasta mediados del siglo XX, las familias solían tener muchos hijos. Al mejorar la salud pública, sobrevino la explosión demográfica. Hace 50 años el número de hijos por mujer era de cinco en el área urbana y de siete en el área rural. Gracias a la educación y las políticas de control de natalidad, ahora las mujeres tienen en promedio dos hijos en el área urbana y tres en el área rural. Las buenas políticas económicas y la reducción en la tasa de natalidad permitieron que el ingreso per cápita se duplicara en los últimos 25 años.

El gran cambio que registrará el censo de hoy es la expansión de la tecnología. La televisión llegó al Perú en 1958 y una década después menos del 10% de los hogares peruanos tenía un televisor. Recién en los años noventa se superó la barrera del 50% y ahora la penetración es mayor al 80%. Internet y la telefonía celular llegaron a principios de los años 90 y al cabo de una década bordeaban también el 10% de penetración, pero luego se diferenciaron. Para el 2010, la penetración de celulares superaba el 70%, mientras los hogares con Internet no llegaban al 20%. Fue entonces que llegó la confluencia de ambas tecnologías en los teléfonos inteligentes y la conexión a Internet explotó. En cinco años Internet móvil pasó de menos de 5% a más de 60% de penetración. El censo nos dirá cuán extendida está ahora esta tecnología disruptiva en cada distrito del territorio nacional.