Maria Cecilia  Villegas

Una de las variables más importantes para lograr el bienestar en una sociedad es el . No es la única, pero sin crecimiento económico no es posible reducir la , porque esta depende de la generación de recursos, sea para que se generen nuevos puestos de trabajo o para financiar programas sociales. Sin crecimiento económico, el Estado no tiene recursos para financiar programas sociales (Juntos, Pensión 65, Cuna Más), proveer servicios de educación y salud, programas de vivienda (Techo Propio) ni desarrollar infraestructura (pistas, carreteras, agua, saneamiento, etc.).

Los peruanos deberíamos haber entendido que es el régimen económico establecido en la Constitución el que ha permitido el crecimiento de nuestra economía y, con este, la reducción de la pobreza. Sin embargo, la crisis sociopolítica en la que nos desarrollamos desde hace más de una década, unida a la falta de predictibilidad de la ley (el constante cambio de las reglas de juego) y a la conflictividad social, ha tenido un impacto directo en la economía. La incertidumbre limita la inversión.

Cuando un país tiene la capacidad de imponer el Estado de derecho, proteger los derechos de propiedad y los contratos, atrae inversiones y, con ellas, crecimiento. La seguridad jurídica, que es la garantía de que las reglas de juego no serán cambiadas y serán impuestas a todos por igual, genera beneficios para el país. Cuando hay reglas de juego claras, los inversionistas ven atractivo al país y deciden invertir. Con ello, se generan nuevos puestos de trabajo y mejores sueldos para los peruanos, además de ingresos para el Estado a través del pago de impuestos, tasas y licencias. A mayor inversión, mayor bienestar para los peruanos. ¿Cómo así? Los ingresos que tiene un trabajador de una empresa formal le permiten tener la posibilidad de acceder al crédito y comprar una casa, puede también comprarse un auto, salir a consumir en restaurantes, comprar en tiendas, asistir a eventos recreativos y culturales (teatro, cine, conciertos) e incluso viajar por el Perú. Así, se genera un círculo virtuoso donde, a través del consumo interno, se van beneficiando otras industrias, y se generan mayores oportunidades de inversión y más puestos de trabajo para más peruanos.

Pero cuando las reglas de juego son cambiadas constantemente, ocurre precisamente lo contrario. Los empresarios pierden la confianza y dejan de invertir en el país, llevándose su dinero a otros mercados (otros países) donde haya mejores reglas de juego. Sin inversión, se reducen las empresas, los puestos de trabajo y los ingresos del Estado. Sin inversión, cae el crecimiento económico y aumenta la pobreza. Es una ecuación bastante simple, pero que parece que a nuestros políticos locales se les escapa y siguen creyendo que a través de normas populistas (normas que les ganan el favor de sus electores, pero que atentan contra el desarrollo del país) van a lograr buenos resultados. Y aquí permítanme dudar de las buenas intenciones de nuestros políticos, que a estas alturas no parecen ser capaces de discernir entre aquello que funcionará y traerá buenos resultados de aquellas políticas que nos sumirán en la miseria. Ejemplos en el barrio tenemos de sobra; basta con mirar a Argentina, Bolivia o Venezuela.

De acuerdo con el Informe de Situación Perú del BBVA, se espera que la economía peruana crezca 1,9% este año. Este limitado crecimiento tendrá un impacto directo en el bienestar de los peruanos. De hecho, el IPE encontró que –como punto de referencia– cuando el Perú crece por debajo del 3%, la pobreza aumenta.

Existen varias reformas pendientes que podrían darle un impulso a la economía. Una de ellas es la reforma laboral, que genera costos altísimos para la contratación formal sin mayores beneficios para el trabajador. Y, sin embargo, el hecho de que la economía siga creciendo, sumado a que ya no está Pedro Castillo en el poder, y que las protestas contra el gobierno de Boluarte parecen haberse detenido, está generando una sensación de que seguimos avanzando y, con ello, ha desaparecido la sensación de urgencia. El problema es que la ralentización de la economía generará mayor insatisfacción de los peruanos con la democracia y el modelo económico, aumentando la conflictividad social e impulsando irresponsables liderazgos populistas.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Maria Cecilia Villegas es CEO de Capitalismo Consciente Perú