"Clóset", por Milagros Leiva
"Clóset", por Milagros Leiva
Redacción EC

Alguna vez, cuando se revise la historia reciente de nuestro país, se contará que hubo un tiempo en el que un congresista comprometido con la causa de la población homosexual presentó un proyecto de ley a la que nombró unión civil, se dirá que debatió en programas de televisión y espacios públicos, . Se contará que meses después, un domingo cualquiera, terminó revelando públicamente que era gay y que vivía orgulloso de serlo a una periodista que trató con respeto su historia. Quedará registrado que a las pocas horas sus colegas rivales del Congreso eligieron otros conceptos para seguir descalificándolo: maniobra desesperada. Exhibicionismo. Cálculo político. Cobarde porque mintió. Manipulador. La montaña de lodo que le han tirado al primer congresista gay de toda nuestra historia ha llegado a niveles insospechados y hoy incluso amenazan con llevarlo a la Comisión de Ética por haber mentido. 
 
Imagine el mundo al revés. Piense por un segundo que la mayoría de nuestro Perú es homosexual y que los heterosexuales somos minoría. ¿Le gustaría que le dijeran que nació enfermo, que hay psiquiatras que pueden curar su “perversión”? ¿Le resultaría cómodo que lo obliguen a salir del clóset, que le pregunten si es activo o pasivo? ¿Somos conscientes de las estupideces que estamos tolerando? 
 
Con su confesión reciente, . Es un hombre realizado, padre feliz, empresario exitoso, ex ministro, actual congresista. Nadie podrá negar que ‘Techito’ fue eficiente como ministro de Vivienda durante el gobierno de Toledo, que su programa fue ejemplar. ¿Su homosexualidad importó entonces? No. ¿Importa ahora? No.
 
Con su revelación, ‘Techito’ nos ha dicho a todos que ha sido la intolerancia de la gente la que ha metido en el clóset a muchas personas que tienen que vivir sus relaciones personales de manera clandestina por temor al escarnio. Nos ha recordado que ha sido la falta de empatía la que encerró en el clóset a los homosexuales. No fueron ellos, fuimos nosotros los que cerramos la puerta y lucimos la llave de la burla. Hoy el congresista Bruce puede dormir tranquilo. Ya es una leyenda, ya demostró que se puede estar por encima de la afrenta de manera digna, ya confirmó su fuerza para defender los derechos humanos de una minoría que merece una unión civil, aquí, en nuestro país, no en otro territorio más libre y tolerante. Basta ya de juzgar e insultar a una persona por su raza, religión y orientación sexual. Queda en manos del Congreso estar a la altura de las circunstancias; eso también quedará registrado en nuestra historia.