Sí, el corredor azul está verde, por Pedro Ortiz Bisso
Sí, el corredor azul está verde, por Pedro Ortiz Bisso
Redacción EC

Los limeños no solo somos frustrados entrenadores de fútbol. En los últimos días nos hemos revelado como expertos en transporte público y en amantes irredentos del imperio de la ‘china’, esa que bajo el mote de cultura combi gobernó nuestra cotidianidad en los últimos 20 años.

Entonces, alzamos la voz porque para transportarnos necesitamos hacer colas y eso, claro, siempre es molesto. O porque el bus ya no nos deja exactamente frente a nuestro destino (que a veces era en la mitad de una cuadra o en medio de una atestada avenida). En pocos días nos hemos vuelto en nostálgicos de los ‘oriones’ y ‘chosicanos’, esos que, a costa de nuestras vidas, supuestamente nos la hacían más fácil. Porque, al diablo con el tráfico endemoniado, el caos en las calles, los ruidos o la contaminación. Lo que importa es llegar a donde quiero, cuando quiero y como quiero. Los semáforos son solo adornos tricolores y los policías de tránsito una incomodidad que puede solucionarse con un billetito escondido entre la tarjeta de propiedad y el brevete.

Cambiar las costumbres de un porrazo es imposible. Y en un aspecto tan sensible como el transporte público cuesta mucho. Las ciudades más desarrolladas del mundo lo son porque cuentan con un sistema de transporte público organizado que, de paso, ordena las vidas de sus habitantes. Y lo que hemos vivido aquí en estas dos últimas dos décadas –sí, ha hecho bien sus cuentas, la liberación del transporte es otra de las penosas herencias del fujimorato– ha sido de un salvajismo descarnado.

Era predecible que en los primeros días de la puesta en marcha del corredor azul las quejas y maldiciones se multiplicaran. Y no está mal que haya ocurrido ello porque, como ha recordado Patricia del Río, los reclamos no han sido violentos y sirven para que la autoridad tome nota de lo que se necesita corregir. Las protestas son habituales en obras de esta dimensión. Las hubo también con el Metropolitano, el mejor presente dejado por Luis Castañeda para la ciudad, a pesar de las demoras en su construcción, el estropicio urbano que generó en Barranco y su costo desmesurado. ¿Ya no recuerdan que lo llamaban el ‘Lentopolitano’?

No han faltado los errores con el corredor azul, algunos crasos como no haber implementado buses alimentadores a fin de que los usuarios puedan llegar rápidamente a la troncal (no es cuestión de solo tener que caminar “tres cuadritas”, como algunos han querido minimizarlo). Sin embargo, calificarlo de un fracaso cuando no ha pasado ni siquiera una semana de su funcionamiento indica pobre capacidad de análisis y una alta dosis de inquina.

Aunque soy crítico de la gestión de Susana Villarán, reconozco que fue valiente al tomar la decisión de emprender la reforma del transporte. Otra autoridad en su lugar, con las elecciones a la vuelta de la esquina, la hubiera postergado a fin de no sufrir los costos políticos que un cambio de estas características siempre ocasiona.

Por el bien de la ciudad y de nuestro derecho a vivir en un espacio civilizado, ojalá la reforma tenga éxito. Al final, todos los limeños nos beneficiaremos de ello.