“Las leyes no diseñan a los individuos. Para que estas se respeten, necesitan dictarse con criterio. Necesitan que se les ofrezca a los ciudadanos la capacidad de cumplirlas”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
“Las leyes no diseñan a los individuos. Para que estas se respeten, necesitan dictarse con criterio. Necesitan que se les ofrezca a los ciudadanos la capacidad de cumplirlas”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
/ Giovanni Tazza
Patricia del Río

Dejar de fumar. Usar el cinturón de seguridad. Comer sano. No ocupar espacios para discapacitados... Podríamos citar muchos casos en los que los seres humanos hemos cambiado nuestros hábitos. A veces, la motivación es estrictamente personal: dejar de fumar o comer sano son decisiones que buscan mejorar la calidad de vida de quien las toma. En otros casos, el cambio de hábito busca evitar una sanción: el uso del cinturón de seguridad es un caso emblemático. Las multas a quienes no se los ponían logró que las personas cumplieran la orden. Estacionar en un lugar para discapacitados es exponerse a que alguien tome una foto y la publique en redes, provocando una sanción social.