Candidatos a la alcaldía de Lima participaron de evento sobre seguridad ciudadana y criticaron ausencia de Reggiardo y Belmont en debates. (Foto: Alessandro Currarino)
Candidatos a la alcaldía de Lima participaron de evento sobre seguridad ciudadana y criticaron ausencia de Reggiardo y Belmont en debates. (Foto: Alessandro Currarino)
Federico Salazar

Las elecciones municipales y regionales demuestran, una vez más, que en el Perú no hay partidos políticos.

El partido con mayor representación en el Congreso es Fuerza Popular (FP). A pesar de esa gran ventaja, FP no tiene lo que tienen los partidos: una organización eficaz.

Su candidato al sillón municipal (y regional) de Lima ha obtenido, en la encuesta de El Comercio-Ipsos del 29 de setiembre, 2,9% de los votos emitidos y 3,4% de los votos válidos.

Un partido político debe tener cuadros dirigenciales. Los candidatos deberían salir de ahí. El partido de mayor representación en el Parlamento no sacó al candidato de sus canteras: tuvo que invitarlo.

El fujimorismo nunca tuvo suerte en las municipales de Lima. El candidato Columbus no es, tampoco, el más carismático de la partida. A pesar de ello, el resultado obtenido hasta ahora revela mucho sobre el tipo de organización política que es Fuerza Popular.

Según la encuesta de El Comercio-Ipsos, Fuerza Popular obtiene 0% de las preferencias en la parte sur de la ciudad, igual que Siempre Unidos y que Frepap. Curiosamente, en esta zona Podemos por el Progreso del Perú (PP), con Daniel Urresti de candidato, obtiene 24,2% de los votos del simulacro.

Hay quienes piensan que la elección de un candidato tan poco “rendidor” sería intencional, para favorecer, bajo la mesa, a otro contendiente. El costo político, sin embargo, es tan grande, que cabe dudar de esta hipótesis.

Daniel Urresti, ex ministro del Interior, también fue “invitado” por un partido que tampoco es un partido. Adicionalmente, esta organización tiene cuestionamientos por manejos turbios en la ONPE por parte de algunos de sus representantes.

José Luna Gálvez, presidente de PP, por su lado, ha representado al Apra, a Unidad Nacional y a Solidaridad Nacional. Cansado de tanto vaivén, hizo su propia organización política.

Urresti, candidato de PP, subió en las encuestas y empató con Perú Patria Segura, de Renzo Reggiardo. Hasta hace poco favorito en las encuestas, el de Reggiardo tampoco es propiamente un partido político. Es una derivación de Cambio 90, uno de los “partidos” del fujimorismo.

Este nombre no viene de una convicción ideológica o de una posición política, sino de un hecho fortuito (muy lamentable, por cierto).

La esposa y la hija del entonces congresista Renzo Reggiardo fueron víctimas de un asalto. A partir del hecho criminal, Reggiardo quiso convertirse en un abanderado de la lucha contra la delincuencia callejera.

Un partido que obtiene su nombre y renombre del raqueteo no es, en mi modesta opinión, políticamente muy serio.

Ricardo Belmont, que va con Perú Libertario, también ha sido desplazado en las encuestas. Belmont es otro “invitado”, y claramente no fue invitado a candidatear por coincidencias ideológicas o políticas.

Vladimir Cerrón, fundador de esa agrupación, quiere cambiar la Constitución por “mercantilista y entreguista de los recursos naturales”. Plantea desterrar ese “mercantilismo”.

¿Qué coincidencia puede tener Cerrón con el fundador de RBC Televisión, que obtuvo US$3 millones de 110 mil accionistas populares, a los que quitó su aporte con ardides y leguleyadas?

Esa alianza entre un empresario de tipo “mercantilista” y un socialista “humanista”, obviamente, no es política. Lo que tienen entre ellos no es un partido político, sino una organización para postular en las elecciones.

La falta de planes e ideas se va mostrando en el curso de la campaña y los que subieron pueden bajar o ser sobrepasados por otros. Sin duda el electorado busca, en alguna medida, alguien alejado de la política tradicional. A estas alturas, sin embargo, los ‘outsiders’ son lo más tradicional de la política nacional.

No será suficiente, como demuestran las encuestas.

Estas postulaciones no se hacen en torno a partidos, sino en torno a figuras públicas. Si es así, ¿para qué una ley de partidos políticos?

Dejémonos de hipocresías. No hay partidos, sino solo organizaciones para postular. No vendamos cuentos de lo que no hay.