Cuidado con el Senado, por Alfredo Torres
Cuidado con el Senado, por Alfredo Torres
Alfredo Torres

Primero fue una propuesta de la célula parlamentaria aprista, en agosto pasado, para volver al sistema bicameral. Luego, un comentario suelto de Luz Salgado, a principios de enero, en el sentido de que “vería con simpatía tener un pequeño Senado”. Finalmente, esta semana, un enjundioso artículo de Kenji Fujimori en El Comercio, en el cual sostuvo que había llegado el momento de revisar la tradicional posición del fujimorismo en contra de la bicameralidad, debido a que las circunstancias han cambiado y a que “la bicameralidad permitiría ayudar a moderar el proceso legislativo a unas proporciones más acordes con la ponderación que necesitan las leyes de la República”. Tratándose de la presidenta del Congreso y del congresista más votado de Fuerza Popular, parece que el tema viene en serio.

El debate que se viene dando entre los especialistas se centra en el número total de representantes y las funciones que tendría la Cámara Alta, pero se descuida la enorme relevancia del sistema electoral que se escoja para la conformación de este nuevo Senado. La composición sería muy diferente si se va por el camino de la representación territorial –que cada región tenga el mismo número de representantes– o si se elige el Senado por distrito nacional único.

Por ejemplo, si se decide que se elijan dos senadores por cada uno de los 26 distritos electorales en que se divide el Perú (Lima, Callao, Lima provincias y los 23 departamentos restantes) y se aplica esta fórmula a los resultados de las últimas elecciones, Fuerza Popular habría obtenido 39 curules de las 52 en juego, es decir, 75% del nuevo Senado.

Si, en cambio, se decide que el nuevo Senado se elija por distrito nacional único, la conformación de la nueva cámara sería aproximadamente proporcional al resultado de la votación nacional. Es decir, si Fuerza Popular recibía 36% de los votos válidos para el Congreso, como en efecto ocurrió el 2016, su bancada hubiese obtenido 21 de las 52 curules en juego, es decir, 40% del nuevo Senado.  

Algunos especialistas defienden la distribución territorial con el argumento de que así se eligen senadores en Estados Unidos, Argentina, Chile o Brasil, olvidando que en la mayoría de esos casos se trata de estados federales. El Perú, en cambio, es un estado unitario. El sistema electoral que se emplea actualmente para elegir el Congreso de la República ya recoge separadamente los votos de cada región y eso es conveniente para que, por ejemplo, Moquegua tenga sus propios representantes, pero no es prudente reiterar este sistema de elección a nivel de un eventual Senado, porque el Perú debe transitar de manera equilibrada entre la unidad y la descentralización. De lo contrario, se acentuarán tendencias regionalistas como las que, por ejemplo, imperan hoy en Moquegua cuando se niega a compartir “su agua” con la vecina Arequipa. 

La representación territorial que llevaría a que Lima tenga el mismo número de representantes que Moquegua y otros departamentos conllevaría, además, una situación muy injusta para los 7 millones de votantes inscritos en la capital en comparación con los 140 mil votantes de Moquegua: los votos de los segundos valdrían 50 veces más que los de la provincia de Lima, donde, además, se genera la mitad del PBI del Perú. 

La mayor parte de la opinión pública está en contra de la creación del Senado. Según la última encuesta de Ipsos Perú, 55% prefiere que exista una sola cámara mientras 36% apoya la conformación de dos cámaras. Si a pesar de la resistencia de la población, se decide crear un Senado, este debe ser elegido en votación nacional y no por territorios, no solo porque el país necesita una visión unitaria sino también porque esta es la mejor manera de contribuir a la generación de partidos políticos nacionales. De optar por el sistema de uno o dos senadores por circunscripción territorial, no solo se correría el riesgo de darle fácil mayoría al ganador de las elecciones generales, sino que también se abriría la puerta a la elección de caudillos locales, como ocurre actualmente con la elección de los gobernadores regionales. 

La creación de un Senado puede ser necesaria. Como bien ha observado Fernando Tuesta, los congresos unicamerales son propios solo de países pequeños o de países que han transitado o transitan por el autoritarismo socialista. Existen buenos argumentos –como los esgrimidos por Kenji Fujimori en su artículo del martes pasado– que sustentan la conveniencia de la bicameralidad. La cuestión de fondo es que cualquiera que sea el tamaño de Senado que se escoja, este debe ser elegido respetando el principio de un ciudadano, un voto (no puede haber ciudadanos cuyos votos pesen más que los demás). Conceder el mismo número de representantes a regiones con muchos electores y regiones escasamente pobladas sería muy dañino para la democracia peruana.