La mayoría de peruanos cree que la RMV debe ser diferenciada - 1
La mayoría de peruanos cree que la RMV debe ser diferenciada - 1
Redacción EC

GUILLERMO CABIESES

Profesor de Derecho y Economía

Nunca nos cansaremos de pretender cambiar la realidad. Es difícil para los seres humanos aceptar que las cosas son de cierta manera y entender que, muchas veces, no tienen el poder de mejorarlas, pero sí de empeorarlas. El sueldo mínimo es un ejemplo emblemático. Bajo la consigna de proteger a los trabajadores menos capacitados, se termina perjudicándolos. La lucha idealista por un mundo en el que la gente tenga un trabajo “digno” y formal termina forzándolas a trabajar en la informalidad. 

La economía detrás del sueldo mínimo es sencilla: el sueldo es un precio. Es el valor que el empresario le asigna a los servicios de una persona. Ese valor está basado en la productividad y no en lo que los demás consideremos sea justo o digno. Este precio, como cualquier otro, se rige por la oferta y la demanda. Así como fijar el precio máximo de un bien cualquiera genera una distorsión en el mercado al hacerlo escaso, el sueldo mínimo genera exceso de mano de obra. Hay más gente ofreciendo su trabajo que gente demandándolo a ese precio. 

Imaginemos que una persona recién ingresa al mercado laboral. No tiene aún la experiencia que el mercado valora. Está dispuesta a trabajar por S/.500 al mes. Del otro lado, un empresario valora ese tipo de trabajo en exactamente eso, por lo que está dispuesto a pagarle ese monto. Ambos están mejor. El empresario cuenta con una persona que le prestará sus servicios, la persona obtiene un trabajo que, además del sueldo, le permitirá aprender un oficio y poder poco a poco desarrollar sus capacidades. La sociedad está mejor porque se está realizando una actividad productiva. 

No obstante, la legislación impide que ese acuerdo sea legal. Considera que nadie debe ganar menos de S/.750. Esa regla, en nuestro ejemplo, hace que el empresario deba optar entre no contratar a la persona o hacer un arreglo por debajo de la mesa.
En cualquiera de los dos casos, todos estamos peor. En el primero, la persona no obtiene trabajo, permanece desempleada. El empresario no obtiene la ayuda que requiere y por la que estaba dispuesto a pagar. La sociedad se ve privada de una actividad productiva. En el segundo, se promueve la informalidad y estamos nuevamente ante un situación en que las empresas y los trabajadores, por los altos costos que impone la legalidad, operan al margen de la ley, sin pagar impuestos y haciendo que los derechos laborales tengan menos valor que un cenicero en una motocicleta.

Estas medidas afectan a quienes menos opciones tienen en el mercado laboral, a los más jóvenes, a los menos capacitados. Estas personas requieren ingresar a la fuerza laboral cuanto antes para poder adquirir capacidades que les permitan obtener mejores trabajos y salarios en el tiempo. El sueldo mínimo es una barrera para ellos. 

Sin embargo, el sueldo mínimo no solo es una mala idea desde el punto de vista económico. Es, también, una medida moralmente cuestionable. ¿O es aceptable que un tercero impida que dos adultos libre y voluntariamente se pongan de acuerdo en los términos que elijan, si es que no afectan a los demás?

Es fácil estar a favor de sueldos más altos para la gente que menos tiene, pero ese deseo no se convierte en realidad mediante una ley. Más difícil es defender a los que no tienen voz... ni trabajo. 

PEDRO FRANCKE

Economista 

La Remuneración Mínima Vital - RMV está congelada hace 32 meses, tiempo  en el cual se ha acumulado una inflación de 7%. Eso significa que los trabajadores pueden comprar 7% menos con el mismo salario. Este aumento de precios también hace que las empresas tengan mayores ingresos y por lo tanto mayor capacidad de pago para cubrir sus salarios. En el balance entre trabajador y empresa, el primero ha perdido a favor de la segunda.

En este tiempo también ha habido un aumento de productividad de un 3%. Las empresas logran producir más por cada trabajador,  mejora que con justicia debe ser compartida con sus trabajadores.

Recordemos que la RMV peruana es una de las más bajas de la región. Algunos buscan desvirtuar este dato comparando la RMV con el PBI per cápita, pero estas comparaciones no son válidas pues el PBI per cápita considera indígenas excluidos, campesinos minifundistas y ambulantes, cuya productividad es bajísima y para quienes la RMV no es relevante. La RMV se aplica al sector de la economía de productividad alta y media, y es en relación a este sector que debemos discutir. La estadística internacional muestra que el costo laboral total en el sector industrial en el Perú es 20 a 25% menor al de Chile o Brasil, países vecinos con los que competimos.

Los salarios son también bajos en relación a nuestra propia historia. En los últimos 25 años la proporción del PBI que se distribuye a los trabajadores ha caído de 30% a 21%. Este cambio en la distribución del ingreso suma hoy  unos 50 mil millones de soles anuales que han perdido los trabajadores.

Otra crítica a la RMV proviene de un enfoque microeconómico estrecho que plantea que a más salarios menos empleo porque eleva costos empresariales. Por eso  creen que el mejor salario mínimo es cero. La realidad es más compleja. Joseph Stiglitz ganó el premio nobel de economía por un modelo que resalta que mayores salarios promueven  mayor esfuerzo en el trabajo. John Maynard Keynes estableció la importancia central que tiene la demanda para la reactivación de una economía golpeada por la crisis, caso de la industria peruana actual, y esa demanda tiene como un componente clave la masa salarial. Trabajadores con más ingresos compran más, permiten que las empresas vendan más y de esa manera reactivan la economía y el empleo. 

Si la economía peruana actual permite y da sustento a un aumento de la RMV, un análisis social y político refuerza el argumento a favor. Nuestra enorme desigualdad genera una situación social en la que prevalece la pobreza, derechos básicos son negados a gran parte de la población, la cohesión social se resquebraja y crecen los conflictos y la inseguridad ciudadana. Aumentar la RMV es una medida contra la desigualdad.

El aumento de la RMV debe ser ahora y no dentro de 8 meses. Ya pasaron más de los 2 años establecidos por el Consejo Nacional de Trabajo para su reajuste. El descontento social y la inestabilidad política crecen día a día. Si esperamos 8 meses, cuando estaremos en plena campaña, será una medida cuestionada por su oportunismo electoral. Mejor hacerlo de una vez.