"Casi 40% de los 323 encuestados –personas lesbianas, gays, bisexuales y trans– reportó haber sido sometido a prácticas de conversión".
"Casi 40% de los 323 encuestados –personas lesbianas, gays, bisexuales y trans– reportó haber sido sometido a prácticas de conversión".
Daniela Meneses

Hace unos días, miembros de la bancada del (a iniciativa del congresista ) presentaron un proyecto de ley para prohibir las llamadas ‘terapias de conversión’: falsas promesas, ancladas fundamentalmente en la , de lograr que una persona ‘deje de ser’ LGBTQ y ‘se vuelva’ heterosexual y/o cisgénero.

Sin duda hay mucho que hablar sobre los detalles concretos de la propuesta, que plantea cambios a, entre otros, la Ley General de Salud, la Ley del Trabajo del Psicólogo y el Código de Protección y Defensa del Consumidor (no en el Código Penal, pues no establece delitos). En esta columna, sin embargo, quiero comenzar por el inicio y recomendar tres textos y un podcast que nos ayudan a entender en qué consisten exactamente estas prácticas y por qué son tan dañinas.

1. “Las terapias de la tortura”. En la web de Salud Con Lupa pueden encontrar una investigación del 2019 de las periodistas Melissa Goytizolo y Fabiola Torres, para la que consiguieron infiltrarse en congregaciones cristianas en la capital. Luego de que una de las periodistas le dijera a una pastora que quería dejar de ser lesbiana, esta comenzó a hablarle de las supuestas ‘causas’ de su orientación sexual: “si no es por culpa de tus antepasados, puede ser que Dios quiere manifestar su poder a través de ti”. Además de detallar lo que siguió a esa visita, en el artículo aparece el testimonio de un entrevistado, que les contó que a los 17 años sus papás lo llevaron a un psicólogo al enterarse de que era gay. En una de las sesiones, el “psicólogo le pidió que viera pornografía gay y se masturbara, pero la regla era que solo eyaculara con pornografía heterosexual”. A lo largo del texto aparece información que muestra cómo “las terapias de conversión han escalado hasta convertirse en una gran estafa y un peligro para la salud pública pese a que desde hace varios años está probado que la orientación sexual y la identidad de género no son enfermedades y no pueden curarse”.

2. Informe de un Experto Independiente de la ONU. El año pasado, Víctor Madrigal-Borloz publicó un completísimo informe sobre las terapias de conversión en el mundo. En general, dice, las prácticas pueden dividirse en tres enfoques: psicoterapéutico, médico y religioso. Sobre lo primero, menciona que en el Perú se ha encontrado que “se recomienda a los sujetos que se masturben fantaseando sobre personas de otro género”. En el desarrollo del tercero punto, menciona a nuestro país al decir que “la diversidad sexual y de género se asocia a veces con fuerzas demoníacas”. El reporte explora los daños a la psicológicos y físicos que causan este tipo de prácticas en quienes pasan por ellas y recomienda a los países prohibirlas. “No es ético que los profesionales de la salud traten de curar algo que no es una enfermedad, y el principio de no causar daño los obliga a no ofrecer tratamientos que se sepa que son ineficaces o que estén destinados a alcanzar resultados imposibles”.

3. Estudio de Más Igualdad. En el 2019, la organización Más Igualdad (que participó en la elaboración del proyecto de ley), publicó un estudio exploratorio (no aleatorio ni representativo) sobre las prácticas de conversión en nuestro país. Casi 40% de los 323 encuestados –personas lesbianas, gays, bisexuales y trans– reportó haber sido sometido a prácticas de conversión. De este porcentaje, 62% era menor de edad; 46,7% acudió por obligación familiar; 20% por indicación de autoridades religiosas. Entre los tratamientos recibidos se mencionaron: psicoterapia; discurso religioso, misas, exorcismo, imposición de manos; tratamiento farmacológico; tratamiento hormonal.

4. Nada que curar. Este episodio del podcast de Radio Ambulante se centra en Ecuador, pero tiene sin duda muchas resonancias locales. Una de las historias trae la voz de una madre que, siguiendo el consejo de su iglesia, genuinamente creía que estaba haciendo lo mejor para su hijo al llevarlo a estas ‘terapias’. Después de cinco terribles años (que incluyeron retiros, exorcismos, psiquiatras y medicaciones para bajarle la ansiedad y el deseo sexual), llegaron a una psiquiatra que le dijo a la madre que acepte a su hijo como era, que le quitó “millones de pastillas”, y que “le explicó que la homosexualidad no era algo que se pudiera cambiar, punto”. Los dejo con las palabras de la madre, que cuenta que finalmente le dijo a su hijo: “Quiero que sepas que yo te acepto como eres y quítate ya esa… esa carga que tienes encima. No tienes que hacer nada para salir de lo que tú eres, mijito”.