La derrota de la favorita, por Alfredo Torres
La derrota de la favorita, por Alfredo Torres
Alfredo Torres

Llegó a su fin la elección con el resultado más ajustado del que se tenga memoria. Ganó Pedro Pablo Kuczynski (PPK) 50,1% a 49,9%. También sorprendió, aunque menos, que la favorita de una semana antes, Keiko Fujimori, perdiese la elección en los últimos días. No sorprendió tanto porque ya había pasado antes y a la propia Keiko cinco años atrás. ¿Qué pasó durante esta semana?

Para entender qué ocurrió es necesario dejar de lado los resultados en votos válidos y pasar al análisis en votos emitidos. Así, PPK recibió 46,9% y Keiko Fujimori 46,6% de los votos emitidos y la diferencia, 6,5%, fueron votos en blanco y nulos. Si se comparan estas cifras con los resultados del simulacro de votación de Ipsos difundido una semana antes en El Comercio, se observa que la candidata de Fuerza Popular no perdió votos. Por el contrario, pasó de 45,9% a 46,6%. Pero PPK subió mucho más: de 40,6% a 46,9%. Y la fuente de ese crecimiento fue la contracción del voto en blanco/nulo de 13,5% a 6,5%. Es decir, muchos que pensaban votar en blanco o viciar su voto optaron por PPK. 

Una vez más se comprobó que los peruanos no votan a ganador. Como se sabe, todas las encuestas difundidas una semana antes de las elecciones tenían a Keiko adelante. Y todas las encuestas que circularon en vísperas de las elecciones –durante la semana de veda informativa– registraron el cambio de tendencia. Por el contrario, si alguna influencia pueden haber tenido las encuestas habría sido animar a PPK de jugarse a fondo en el último debate y persuadir a quienes hubiesen preferido abstenerse a optar por quien para ellos era el mal menor. En palabras de Mauricio Mulder, a votar “tapándose la nariz”, recordando con sorna la expresión de muchos liberales que votaron por Alan García en el 2006 para que no gane Ollanta Humala. 

Pero ni PPK habría podido ganar el debate, ni la invitación de Verónika Mendoza a votar por PPK hubiese servido de mucho sin el affaire Ramírez/Chlimper, es decir, la investigación periodística que reveló que el secretario general de Fuerza Popular, Joaquín Ramírez, estaba involucrado en una investigación de la DEA y la difusión en televisión de un audio manipulado para desacreditar al informante de la DEA en la que estuvo involucrado el candidato a la vicepresidencia, José Chlimper. 

La investigación de la DEA puso luces sobre la sorprendente fortuna de quien se había convertido en el principal mecenas del partido y recordó que ya la ex procuradora de lavado de activos Julia Príncipe había iniciado una investigación al congresista cajamarquino. El audio bamba, a su vez, trajo a la memoria, la manipulación de la prensa de Vladimiro Montesinos y sus secuaces. 

Este affaire le permitió a Verónika Mendoza tuitear “Investigación de la DEA es muy grave y vuelve a poner a Perú en la mira internacional como posible narcoestado. No lo podemos permitir”; y a PPK sostener en el debate “El narcotráfico, la corrupción y el crimen son los tres jinetes del apocalipsis, […] por eso es tan importante deslindar con el narcotráfico, y no tener ninguna asociación con el lavado de dinero”.

Como se había anticipado, la denuncia fue una bomba de efecto retardado. Inicialmente, algunos no se enteraron, otros no creyeron, pero poco a poco la inquietud fue calando en la ciudadanía. El efecto fue mayor en Lima, donde PPK subió 8,3 puntos no solo por una contracción del voto en blanco y nulo sino también por una caída del voto por Keiko de 3,3 puntos. Es decir, la campaña no solo persuadió a los indecisos sino también le permitió a PPK recuperar algunos votos que había perdido semanas atrás. En el interior, en cambio, el voto por PPK creció 3,2 puntos, pero Keiko también subió 2,9 puntos, a costa del voto en blanco o nulo. Es razonable atribuir esta diferencia entre Lima y el interior a la mayor influencia de la prensa escrita y las redes sociales en la capital.

PPK no vence a Keiko por ser él más democrático y ella más autoritaria. Esa acusación era débil, dado que Keiko –a diferencia de su padre– ha demostrado siempre una conducta democrática y lo ha confirmado al reconocer esta semana una derrota que en otras democracias habría generado protestas y acusaciones de fraude.

Keiko pierde la elección por no haber sabido marcar suficiente distancia con la amenaza del narcotráfico. Según Ipsos, 70% de los peruanos teme que el Perú pueda convertirse en un narcoestado. La vinculación entre narcotráfico, sicariato, consumo de drogas duras y delincuencia común es evidente para todos. Keiko debió haber separado de su entorno a todo aquel que fuese investigado por lavado de activos, porque la sospecha de narcotráfico iba a ser inmediata. Si aprende la lección, tiene futuro. Si no lo hace, está liquidada.