(Ilustración: Rolando Pinillos)
(Ilustración: Rolando Pinillos)
Maria Alejandra Campos

Desde Arlette hasta Jimenita, la historia reciente de nuestro país ha demostrado que, una vez más, no hay nada que celebrar este 8 de marzo. Las rosas en la oficina, las promociones de perfumes y maquillaje en las tiendas, y los saludos de “feliz día” no hacen más que ignorar la realidad agresiva y discriminatoria en la que vivimos las mujeres en el país todos los días. 

Una reciente encuesta online de Ipsos en 27 países del mundo revela que el 67% de peruanos entrevistados percibe a la violencia sexual como el principal problema de la mujer en nuestro país. En ningún otro lugar evaluado este tema es tan importante como en el Perú. Le siguen en la lista el acoso sexual (58%) y la violencia física (49%), tópicos en los que también lideramos el ránking mundial. La situación es percibida como más grave en el Perú que en Kazajistán, Malasia, Turquía o la India. Sin embargo, el 85% de las mujeres peruanas que contestaron la encuesta considera que las denuncias de acoso sexual en el país son generalmente ignoradas. La reciente absolución de Adriano Pozo, el infame hombre calato que arrastró a Arlette Contreras en un video que fue difundido por televisión nacional, solo confirma que esta percepción es correcta. 

Si hiciésemos la misma pregunta para los hombres (“¿cuál es el principal problema que enfrentan en el país?”), ¿cuál sería el resultado? ¿Desempleo? ¿Acceso a salud? Claramente ningún tema relacionado al acoso o la violencia sexual

La buena noticia es que la encuesta revela que la problemática de la mujer en el país sí está en la agenda de los peruanos. Probablemente gracias a la cobertura de los medios de comunicación, somos el país donde más se está hablando del tema. Solo el 7% declara que no ha hablado para nada sobre discriminación sexual y estereotipos de género con su familia recientemente, mientras que solo el 8% no lo ha hecho sobre acoso sexual. Sin embargo, ello no significa que entendamos la dimensión del problema. 

Según el mismo estudio de Ipsos, por ejemplo, los peruanos creen que en 20 años lograremos tener igualdad entre hombres y mujeres en indicadores económicos, de salud, educación y políticos a escala mundial, cuando el Foro Económico Mundial calcula que será en 217 años. También creen que el 29% de los CEO de las 500 compañías más grandes del mundo son mujeres, pero resulta que es solo el 3%, según el Fortune Global 500.  

Está claro que la discusión sobre el tema de la desigualdad y la discriminación hacia la mujer está en una etapa incipiente en nuestro país. Es por ello que es indispensable que el Estado tome una actitud proactiva, informando y educando a la población. 

Por ello, es sumamente preocupante que hace dos días la Corte Suprema de Justicia haya dejado al voto si se mantiene o se retira el enfoque de género del Currículo Nacional de Educación Básica. En particular, el texto que dice: “Si bien aquello que consideramos femenino o masculino se basa en una diferencia biológica sexual, estas son nociones que vamos construyendo día a día, en nuestras interacciones”. Mientras no se reconozca que la situación actual de la mujer no es inherente a su condición biológica, sino que responde a circunstancias históricas, es muy difícil poder avanzar en la, de por sí complicada, tarea de cerrar las brechas de género en el país. Los niños tienen que saber que, por ser mujer, a una no le toca ir a la cocina, vestirse de rosado y ser una persona cálida y sensible. Que no es normal que su mamá gane menos de lo que gana su papá por hacer el mismo trabajo. Que tampoco es normal que a sus hermanas no las dejen salir solas, porque “les puede pasar algo” (eufemismo para “las pueden violar”). 

Si no empezamos a cambiar estas nociones será poco lo que realmente podamos conmemorar en los siguientes 8 de marzo.