"Es irónico, y moralmente repugnante, que el país más rico del hemisferio esté entre los menos dispuestos a abrir sus puertas a los refugiados venezolanos". (Ilustración: Rolando Pinillos Romero)
"Es irónico, y moralmente repugnante, que el país más rico del hemisferio esté entre los menos dispuestos a abrir sus puertas a los refugiados venezolanos". (Ilustración: Rolando Pinillos Romero)
Andrés Oppenheimer

Cuando le pregunté recientemente al presidente de Colombia, Iván Duque, si alguna vez le preguntó al presidente Donald Trump por qué no está dando residencia temporal a los , como lo hace Colombia, el mandatario colombiano evitó referirse específicamente a Trump. Respondió que le ha pedido “a todos los países del hemisferio” que acepten a más exiliados venezolanos.

Fue una respuesta comprensible, dado que Colombia necesita la ayuda de Estados Unidos, y Duque se metería en problemas si criticara al iracundo presidente estadounidense.

Pero el hecho es que mientras Colombia y otros países latinoamericanos de ingresos medios están dándole residencia legal a la mayoría de los 4,6 millones de refugiados venezolanos que han huido de su país en los últimos cinco años, Estados Unidos –el país más rico del mundo– hasta el momento no ha aprobado el estatus de protección temporal (TPS) para los migrantes venezolanos.

La Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, aprobó recientemente un proyecto de TPS para los venezolanos, pero el Senado de mayoría republicana no lo ha aprobado. Funcionarios del gobierno de Trump dicen que están considerando un plan de residencia temporal para los venezolanos, pero hasta el momento no han hecho nada.

Según los nuevos datos de la Organización de Estados Americanos (OEA), Colombia ha otorgado residencia legal a 1,6 millones de venezolanos en los últimos cinco años. En comparación, solo unos 221.000 venezolanos han llegado a Estados Unidos durante el mismo período, según un estudio del Centro de Investigación Pew. La mayoría de ellos no tiene documentos migratorios.

Además de los venezolanos que se han mudado a la vecina Colombia en los últimos cinco años, 900.000 venezolanos se han mudado al Perú, 422.000 a Chile, 400.000 a Ecuador, 350.000 a Brasil, 170.000 a Argentina, 150.000 a Panamá, 100.000 a México, 40.000 a República Dominicana y 30.000 a Costa Rica, según el nuevo recuento de la OEA.

Las nuevas cifras de la OEA muestran que hay 421.000 venezolanos en Estados Unidos, pero esa cifra incluye a muchos que vinieron aquí hace décadas, me dicen funcionarios de la OEA.

El éxodo venezolano se está convirtiendo cada vez más en una crisis regional. El presidente Duque me dijo que es el deber moral de su país aceptar a los refugiados venezolanos, pero agregó inmediatamente: “¿Puede esto (de recibir a los refugiados venezolanos) ser sostenible a largo plazo? Por supuesto que no”.

Algunos países, como Ecuador, Chile, el Perú, Panamá, Guatemala, Honduras, El Salvador y Trinidad y Tobago ya han comenzado a limitar la entrada de migrantes venezolanos.

David Smolansky, director del Grupo de Trabajo de la OEA sobre Migrantes Venezolanos, me dijo que el éxodo venezolano probablemente se convierta en la mayor crisis migratoria del mundo –mayor que la de Siria– tan pronto como el próximo año.

Ya hoy, el número de venezolanos que han huido de la crisis humanitaria de su país desde el 2014 es mayor que toda la población de países como Panamá, Uruguay o Croacia, señaló.

“Si la situación no cambia, podríamos estar hablando de 5 millones de migrantes y refugiados venezolanos para diciembre de este año”, me dijo Smolansky. “Hay estimaciones confiables de que el número puede llegar a 6 millones para el primer trimestre del 2020, y a 8 millones para fines del 2020”.

Mi opinión: la única forma de detener el éxodo venezolano será acabar con la dictadura de Nicolás Maduro y celebrar elecciones libres para restaurar el Estado de derecho.

La gente huye de no solo por una tasa de inflación anual de 10 millones por ciento y un salario mínimo de solo US$2 al mes, sino también por la brutal represión gubernamental del régimen de Maduro. Casi 7.000 personas han sido asesinadas en “operaciones de seguridad” por los escuadrones de la muerte de Maduro desde principios del 2018, según las Naciones Unidas.

Pero mientras la comunidad internacional sigue aumentando la presión sobre el régimen de Maduro, los países deberían solidarizarse con quienes están huyendo de Venezuela.

Trump debería otorgarle ya mismo el estatus de TPS a los migrantes venezolanos. Es irónico, y moralmente repugnante, que el país más rico del hemisferio esté entre los menos dispuestos a abrir sus puertas a los refugiados venezolanos.

© El Nuevo Herald. Distribuido por Tribune Content Agency, LLC