"Todo indica que Villanueva, el operador y socio político de Vizcarra, hacía lo mismo que él denunciaba con extrema energía y fingida indignación". (Foto: El Comercio)
"Todo indica que Villanueva, el operador y socio político de Vizcarra, hacía lo mismo que él denunciaba con extrema energía y fingida indignación". (Foto: El Comercio)
Fernando Rospigliosi

, el socio político del presidente , está ahora detenido por presunto tráfico de influencias, no por presuntamente haber recibido una coima de de US$320.000 por la carretera Cuñumbuque–San José de Sisa cuando era gobernador regional de San Martín.

A principios del 2018, el congresista de Alianza para el Progreso (APP) César Villanueva se convirtió sorpresivamente en el principal activista que buscaba votos en el Parlamento para vacar a Pedro Pablo Kuczynski (PPK). Se transformó también en uno de sus más feroces acusadores, denunciando la impropia relación del entonces presidente con Odebrecht. El cambio de Villanueva fue repentino porque él estuvo entre los que defendieron a PPK y votaron contra la vacancia en diciembre del 2017.

¿Qué sucedió para que se produjera esa súbita mutación? Nadie lo sabe. Pero el hecho es que se tornó en un socio político de su colega, el exgobernador de Moquegua y entonces embajador en Canadá, Martín Vizcarra, trabajando activamente en la campaña de destitución de PPK para encumbrar a su vicepresidente. Era tan obvia la relación que varios periodistas le preguntaron a Villanueva si es que no tenía un compromiso con Vizcarra para que este lo nombrara presidente del Consejo de Ministros (PCM) si la maniobra que organizaba Villanueva con el respaldo del keikismo tenía éxito. Y Villanueva, impertérrito, descartó tajantemente esa posibilidad, que, para asombro de muchos, se concretó apenas Vizcarra ocupó el sillón de su exjefe.

El caso de Villanueva muestra la realidad de la supuesta lucha anticorrupción que desarrolla el Gobierno. Él fue durante todo el período en que se lanzó esa campaña el abanderado de la misma y uno de los más caracterizados denunciantes de los corruptos implicados en el Caso Lava Jato y en el escándalo del Poder Judicial. Y resultó luego que, según Jorge Barata, él había recibido una coima de Odebrecht una década antes. Y ahora lo han detenido por estar presuntamente tratando de interferir en las investigaciones judiciales que lo afectan, manipulando el sistema judicial en provecho propio.

Es decir, todo indica que Villanueva, el operador y socio político de Vizcarra, hacía lo mismo que él denunciaba con extrema energía y fingida indignación.

Ahora la coalición vizcarrista trata de hacer un control de daños para evitar que el caso afecte a su líder. Un argumento es que el presidente no sabía lo que había hecho su ministro. Otro que la detención de Villanueva prueba que no hay favoritismo ni protección. Ambos razonamientos son endebles.

La fiscalía –que es parte de la coalición vizcarrista– tenía información sobre la relación de Villanueva con Odebrecht desde que él era ministro de Vizcarra. Como he recordado otras veces, una fuente de la fiscalía me reveló eso y yo lo publiqué en esta columna el 16 de febrero de este año, cuando él era PCM. Ahí preguntaba si los fiscales que habían viajado al Brasil inquirirían “por la carretera Cuñumbuque–San José de Sisa, realizada en el marco de Interoceánica Norte y ganada por Odebrecht en el 2008 con un presupuesto de ciento diez millones de soles”.

Los fiscales no preguntaron, formalmente por lo menos. Pero sorpresivamente tres semanas después, el 8 de marzo, Villanueva dejó el Gabinete. ¿Acaso los fiscales confirmaron extraoficialmente en Brasil que Odebrecht había coimeado a Villanueva? Si fue así, ¿se lo hicieron saber a Vizcarra? ¿Acaso fue por eso que sacaron repentinamente a Villanueva? Y si lo sabían, ¿por qué no lo denunciaron y lo encubrieron?

Lo cierto es que todo permaneció oculto –y quizá nunca se hubiera sabido– hasta que el periodista ecuatoriano Andersson Boscán publicó los archivos de Odebrecht donde aparecía la coima de San Martín. Luego, a los fiscales no les quedó más remedio que preguntar recién en agosto lo que debieron haber preguntado en febrero y Barata confesó el soborno a Villanueva.

Desde ese momento Villanueva era indefendible. En su caso no se trataba de un aporte de campaña electoral, sino de una coima para conseguir una obra. Además, probablemente sobrevaluada. Un delito por donde se le mire.

Villanueva, para su mala suerte, no tiene fuerza política hoy día, así es que su exjefe puede dejarlo caer.

Pero quizá Villanueva esté parafraseando un vals en su encierro temporal: “Ese secreto que tienes conmigo nadie lo sabrá. Nadie lo sabrá salvo que dejes de ayudarme”. Así las cosas, habrá que observar cuidadosamente el caso.

Otrosí digo. ¿Qué hacía Zoraida Ávalos en Palacio con Vizcarra un día antes de la detención de Villanueva? ¿Fue a pedir permiso? ¿A coordinar la detención?