Andrés Oppenheimer

El panorama económico para y el Caribe para el resto de este año y el 2023 es bastante sombrío. Pero hay un sector que puede brillar gracias a la inusual fortaleza del dólar estadounidense: el . Esa fue una de mis principales conclusiones después de hablar con Ilan Goldfajn, el director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El FMI pronostica que la economía de América Latina y el Caribe crecerá apenas un 1,7% en el 2023. Eso es aproximadamente la mitad del crecimiento estimado de la región para este año, y menos que la expansión económica proyectada de China, India, África subsahariana y otras partes del mundo en desarrollo.

Pero cuando le pregunté a Goldfajn a qué países latinoamericanos y caribeños les irá mejor en el 2023, me dijo que “los que van a crecer más son los de América Central y los caribeños que dependen del turismo”.

De hecho, la fortaleza del dólar estadounidense está ayudando a los destinos turísticos y podría ser una bendición para toda la región. Si bien un dólar caro hace que sea más costoso para los latinoamericanos viajar al exterior, importar bienes y pagar sus deudas externas, les permite atraer a más turistas estadounidenses y europeos.

Hace unos meses, viajé a Argentina y pagué el equivalente a US$50 para invitar a cinco familiares y amigos a cenar, con entrada, plato principal, postre y vino incluido. Es lo que uno paga en Miami por una cena para una persona. Y rara vez pagué más de US$5 por un viaje en taxi dentro de Buenos Aires.

Vi algo parecido en una visita reciente a Colombia, donde los precios en dólares eran un poco más caros que en Argentina, pero una ganga comparados con los de Estados Unidos.

Y, sin embargo, con la excepción de México y el Caribe, que en conjunto representan la mayor parte del turismo extranjero en América Latina, la mayor parte de la región apenas está aprovechando el dólar fuerte para atraer a más turistas internacionales.

Un informe reciente del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) muestra que, mientras los principales destinos turísticos mundiales como España dependen de los visitantes extranjeros para el 40% de sus ingresos totales por turismo, Brasil obtiene solo el 4% de sus ingresos por turismo de los viajeros extranjeros, y Argentina el 1%.

“En América del Sur, el turismo internacional aún está en pañales”, me dijo Gloria Guevara, exsecretaria de turismo de México y exdirectora del WTTC. Eso es vergonzoso, porque es probable que el turismo mundial crezca a pasos agigantados en los próximos años. El informe del WTTC proyecta que los ingresos mundiales por viajes y turismo crecerán en promedio un 5,8% anual entre el 2022 y el 2032, superando el crecimiento anual proyectado del 2,7% de la economía mundial.

El WTTC pronostica que el turismo internacional volverá a los niveles previos a la pandemia del 2020 en el 2023, y estima que se crearán casi 126 millones de nuevos puestos de trabajo en el sector en la próxima década. De esos nuevos puestos, unos 16 millones estarán en América Latina y el Caribe, dice el informe.

Cuando le pregunté qué debería hacer América Latina para atraer a más turistas internacionales, Guevara me dijo que una de las primeras prioridades de la región debería ser mejorar las conexiones aéreas entre los países. Muchas veces la gente tiene que tomar un vuelo a Miami o a Panamá para hacer una conexión de un país latinoamericano al otro.

Además, con la excepción de México y los países del Caribe, pocos países latinoamericanos cuentan con estrategias a largo plazo para promover el turismo internacional. “El reto es que cada nuevo gobierno cambia lo que hizo el anterior”, señaló.

Lo que me dijo como un detalle casi marginal el jefe del Departamento de América Latina del FMI debería convertirse en una prioridad máxima para los gobiernos de la región. No hay muchos lugares en el mundo que puedan ofrecer tantas bellezas naturales, tesoros culturales y gente afectuosa como América Latina, y además de todo eso cenas exquisitas por precios bajísimos para los estadounidenses y europeos.


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Andrés Oppenheimer es periodista