La enfermedad de Castañeda, por Pedro Ortiz Bisso
La enfermedad de Castañeda, por Pedro Ortiz Bisso
Redacción EC

Para quienes decían que estaba cojo, flaco y enfermo, la sonriente reaparición de Luis Castañeda a través de las redes sociales debe haberles sabido como un trago de aceite de ricino mezclado con pisco de cinco soles.

Aunque un video y un grupo de fotografías convenientemente escenificados, editados –y retuiteados– no son prueba de una salud rozagante [es más, efectivamente parece estar algo bajo de peso], de alguna manera han dejado sin piso a quienes cuestionaban el estado de salud del ex alcalde de Lima. 

Sin embargo, existe un motivo enorme para que Castañeda se enferme, y con algo más que un simple resfrío: la decisión del Jurado Nacional de Elecciones de confirmar la tacha contra , quien ya no podrá postular por Solidaridad Nacional en San Juan de Lurigancho.

Su salida no es poca cosa: el distrito ubicado en Lima este es el más grande del país (tiene más de un millón de habitantes) y cuenta con el más alto número de electores: 667.862.

A pesar de los innumerables cuestionamientos a su gestión y los escándalos en los que ha sido partícipe en los últimos años, Burgos tenía posibilidades de sumar su tercer período consecutivo.

No olvidemos que en el 2010 se lo pelearon Lourdes Flores y Álex Kouri, pese a que ya acumulaba diversas denuncias sobre su labor. Nada de eso les importó a los por entonces favoritos para ganar la alcaldía limeña y doña Lourdes prácticamente se lo arranchó al ex presidente regional del Callao.

A Burgos lo acusan de corrupto y de mentir en su hoja de vida –esto último ahora confirmado por el JNE–; sin embargo, Castañeda no hizo ascos para llevarlo como candidato. Es obvio que en las filas de Solidaridad había confianza en su capacidad de arrastre en favor del voto provincial. Y, claro está, en el ancho de su billetera para financiar una campaña municipal que requiere mucho más que un buen sencillo.

Las credenciales del sustituto de Burgos no son mejores que las de él. David Nestares parece ser una joyita de aquellas. El teniente alcalde de San Juan de Lurigancho es, por decirlo de alguna forma, un tipo con suerte.

Según un informe de la periodista Elizabeth Salazar, publicado el último miércoles en El Comercio, Nestares fungiría de testaferro de Burgos en algunos negocios como un moderno colegio en Canto Grande, una empresa de compra y venta de autos y una pastelería.

Y como siempre ha vivido a la sombra de su mentor, no es ni conocido ni carismático, lo que abre el abanico de posibilidades a los otros candidatos en pugna en el distrito y pone en entredicho su capacidad de dar más que una empujadita a la postulación provincial.

Aquí el tablero puede sufrir algunas modificaciones que tanto Villarán como Heresi (el resto aún navega en el margen de error) podrían usar en su favor. La primera debería ser un poco más autocrítica y el otro requiere desesperadamente una iniciativa que lo destaque.

Por lo demás, la tacha contra Burgos es una muestra de que la ley, bien aplicada, puede funcionar como un estupendo profiláctico. Ya era hora.