Las enseñanzas de Jan, por Hugo Guerra
Las enseñanzas de Jan, por Hugo Guerra
Hugo Guerra

Alejandro Miró Quesada Garland, Jan, habría cumplido 100 años hace una semana. Ya no está físicamente, pero su legado periodístico se proyecta a través de quienes tuvimos la suerte de acompañarlo durante su codirección en este Diario.

Precisamente, a lo largo de 32 años me tocó trabajar con él, aprender de él y compartir horas de triunfo y tiempos de lucha por un Perú mejor. Hoy con gratitud intento apenas hacer una síntesis de sus enseñanzas sobre las características que debe tener un periodista.

Coherencia. El periodista no solo publica, sino que a través de su trabajo se plasma a sí mismo. Por tanto, no puede ser uno en la vida privada y otro en la vida pública.

Capacidad. El periodista está obligado a capacitarse moral, intelectual y académicamente para alcanzar una alta calidad profesional. 

Virtud. El periodista debe transitar por las cuatro virtudes platónicas: la prudencia, que deriva de la experiencia, la equidad y el estudio; la fortaleza, que estriba en hacer de su profesión una forma de vida ajena a los intereses subalternos; la templanza, que se logra con la mesura y el rechazo a cualquier tipo de fanatismo; y la justicia, que se logra a partir del respeto por uno mismo y por los demás. 

Enfoque. El periodista debe cumplir a cabalidad con su tarea de informar y, primordialmente, de buscar la verdad.

Dignidad. El periodista no debe ser parte de la manipulación informativa, del ataque artero, de la conversión de los medios en herramientas de defensa de intereses subalternos y del tráfico de influencias. No debe ser cómplice de la degradación social y la fascinación del mal.

Prudencia. El periodista no debe intentar ser un precario juez social ni seudo-Catón del pueblo. Lo suyo es informar, comunicar con diligencia, ética y honestidad.

Compromiso. El periodista no debe producir basura informativa así lo exija la guerra por la audiencia o el ráting.

Claridad conceptual. El periodista está obligado a diferenciar entre lo que es noticia y lo que es publicidad, entre lo que es decente y lo que es inmoral.

Humildad. El periodista no debe mirar la realidad nacional y del mundo desde su propio poder, desde arriba, con soberbia. Así como es correcto que el periodismo tenga poder para enfrentar las múltiples presiones políticas, sociales y económicas, es también correcto que ese poder se base en la solidez de su trabajo y en la decencia de sus procedimientos informativos.

Responsabilidad. El periodista debe legitimar su rol mediante un auténtico compromiso con la construcción de ciudadanía en democracia, la defensa de los derechos humanos y de la libertad.

Coraje. El periodista debe mantenerse crítico, vibrante y valiente para enfrentarse a los dictadores, a los corruptos, los incompetentes y a quienes promueven la violencia y el conflicto social.

Jan Miró Quesada nos demostró que no basta con hacer editoriales maravillosos sobre lo que debe ser la profesión, porque de nada sirven los tigres de papel. Su legado mayor consiste en la necesidad de observar una conducta ética en todo momento, pues aparentarla solo convierte la decencia en herramienta de venta y eso carece de valor.