¿Por qué exhibe su poder?, por Fernando Rospigliosi
¿Por qué exhibe su poder?, por Fernando Rospigliosi
Fernando Rospigliosi

FERNANDO ROSPIGLIOSI

Analista político

Tres de los cuatro ex primeros ministros de este gobierno han criticado en los últimos días la modalidad de administración de la pareja presidencial, en particular la inmoderada participación de en las decisiones del Ejecutivo.

(izquierda), (derecha) y (centro) han coincidido, con diferente lenguaje y énfasis, en lo mismo. Ellos no comparten ideología, ni posiciones políticas, ni tienen un proyecto común, pero dicen lo mismo. Y son testigos de excepción porque han ocupado el más alto cargo formal en el gobierno después del presidente de la República.

El único ex primer ministro que dice lo contrario es uno al que otorgaron una canonjía cuando lo sacaron del cargo, la embajada del Perú en la OEA. Y es el mismo que demostró y probó ser el más obsecuente de todos, habiendo acreditado su incondicionalidad en los cargos de viceministro y ministro de Justicia, presidente del Consejo de Ministros y ahora como inusual embajador que aparece en los medios defendiendo a la pareja presidencial, .

La crisis creada por el abrupto despido y maltrato a César Villanueva se ha saldado con un triunfo total de la primera dama, que no tuvo pudor en exteriorizarlo la noche de la juramentación del nuevo Gabinete. Como se sabe ahora, Villanueva tuvo la osadía de creerse primer ministro y sugirió el cambio de varios ministros, entre ellos tres engreídos de Nadine: , y . Lo echaron a él.

De inmediato el coro oficialista ha salido a respaldar a Heredia, desde el presidente hasta los congresistas, pasando por los ministros, dejando en claro que ella juega un papel dominante y que va a seguir siendo así.

Ahora se entiende claramente por qué se hizo nombrar presidenta del Partido Nacionalista. Ese partido no existe como tal, es un grupo de gente ansiosa de cargos públicos y prebendas que se aglomera en torno a la pareja presidencial. Carecen de ideología y principios. Cuando la pareja dio un viraje de 180 grados y pasó de la izquierda a la derecha –sin consultar a nadie del “partido”, naturalmente–, la siguieron sin chistar.

Es decir, en ese “partido” manda quien tiene el poder de distribuir puestos y favores en el Estado, y eso lo hace la pareja presidencial. Entonces, si nadie disputaba su poder absoluto y omnímodo, ¿por qué hacerse nombrar presidenta?

La respuesta parece cada vez más evidente: para tener un cargo que le permita justificar el papel, cada vez más definido, que está ejerciendo en la escena pública, en función de su candidatura presidencial el 2016. Ahora todos los áulicos dicen que ella tiene no solo el derecho sino la obligación de opinar sobre todos los asuntos del Perú y del mundo.

En suma, no se trata solo del poder que detenta, sino de cómo lo exhibe y exterioriza.

Ella tiene un enorme poder desde el comienzo. Es sabido que jugó un papel decisivo en la designación del primer Gabinete, que entrevistaba a los candidatos a ministros y determinaba quién usaría un fajín y quién no. Podría haber sido un poder en la sombra, y cumplir paralelamente las funciones protocolares  de primera dama.

Pero no ha hecho eso. Por el contrario tiene un protagonismo político y público cada vez más notorio. 

Eso perjudica al presidente, que se ha convertido en el hazmerreír de todos, en personaje de caricatura, vapuleado inmisericordemente por esa razón hasta por sus familiares más cercanos. Y, en consecuencia, también la afecta a ella, porque su popularidad sigue–puntos más, puntos menos– la de su esposo.

Sin embargo, el hecho de que a pesar de eso Heredia continúe impertérrita ampliando su presencia pública y ostentando su poder, comprueba que el objetivo que se ha trazado es más importante. Es decir, tiene que llegar al 2016 habiendo demostrado a todo el mundo que ella es una lideresa política y que, además, tiene experiencia de gobierno porque en la práctica lo ha ejercido. Que no es simplemente la esposa de .

En Argentina, su paradigma, , tuvo una larga trayectoria antes de llegar a la presidencia. Fue diputada y senadora en varios períodos, doce años antes de reemplazar a su marido.

Nadine Heredia tiene que forjarse una imagen política propia más rápido y sin haber sido electa nunca. Lo está haciendo, aun a costa de que su esposo se convierta en ‘Cosito’.