Ilustración: Rolando Pinillos Romero
Ilustración: Rolando Pinillos Romero
Gianfranco Castagnola

Es difícil recordar otro momento donde se haya percibido tanta felicidad en el país como la noche del 15 de noviembre. El 75% de peruanos no ha visto jugar a Perú en un Mundial, y ahora vamos de la mano de una selección que, por su compromiso, profesionalismo y humildad, ha logrado un inusual nivel de identificación con la hinchada, pero también con quienes guardaban distancia con estos procesos. Tenemos el derecho a celebrar y sentirnos doblemente contentos: logramos el objetivo, pero también estamos viendo un proceso de reforma de la gestión de nuestro fútbol que puede hacer que este éxito no sea flor de un día.

Empecemos por el equipo. Fue un acierto de la FPF seguir la recomendación de su gerente deportivo, Juan Carlos Oblitas, para escoger como DT a Ricardo Gareca. Pero también fue clave la determinación del presidente Edwin Oviedo de respaldarlo cuando Perú, luego de siete fechas, se ubicaba penúltimo con solo cuatro puntos, y diversos sectores exigían un cambio de timón.

Se ha escrito mucho sobre el estilo de liderazgo, consecuencia con sus ideas, conocimiento y capacidad de llegada a los jugadores de Ricardo Gareca y su excelente comando técnico. No es para menos. Lograron formar un cuadro muy competitivo, con un plantel sin grandes figuras: su valor económico en el mercado internacional de futbolistas es el penúltimo de Sudamérica –solo por encima del de Bolivia– y el cuarto menor de quienes asistirán al Mundial –solo superamos a Panamá, Arabia Saudí y Túnez–. Seguramente este valor subirá en los próximos meses.

Y el equipo jugó bien. Es verdad que en toda gesta exitosa la suerte juega un papel, pero sobrevalorarla raya con la mezquindad. La eliminatoria sudamericana es uno de los torneos más difíciles del mundo: se juegan, a lo largo de dos años, 18 fechas, entre rivales muy competitivos y en plazas complicadas. Perú supo armar un equipo desde atrás –en esas 18 fechas, solo en dos partidos recibimos más de dos goles–, que en el camino fue desarrollando su identidad y logró atropellar al final, cuando rivales directos, como Chile y Ecuador, se desplomaban. No es azar que esté invicto en este 2017 –de 10 partidos, ganó seis y empató cuatro– y que durante la gestión de Gareca el Perú haya logrado ascender en el ránking FIFA del puesto 54 al 11.

Este exitoso proceso ha ocurrido dentro de un proyecto de reforma estructural del fútbol peruano. La FPF inició una modernización de su organización, para lo cual convocó a profesionales de primer nivel procedentes del sector privado. Lanzó el Plan Centenario 2022, con el objetivo de que todas las selecciones nacionales alcancen competitividad internacional. Para ello, ha apuntado a los clubes profesionales a través de la adopción del sistema de licencias FIFA, conjunto de requisitos societarios, deportivos (por ejemplo, obligatoriedad de divisiones inferiores), financieros y de infraestructura que los clubes que deseen participar en torneos profesionales deberán cumplir. Su aplicación gradual se inició este 2017. El Perú está liderando este esfuerzo en Sudamérica, lo cual ha sido reconocido por la FIFA.

El plan incorpora la Unidad Técnica de Menores, a cargo de Daniel Ahmed, que está implementando un ambicioso programa nacional. El universo de jugadores de categorías inferiores del Perú es de apenas 900, la quinta parte de Colombia, Chile o Ecuador. Con la creación de 26 centros regionales de desarrollo y la capacitación de 165 entrenadores, se busca ampliar ese universo y abrir una línea de carrera para los talentos de provincias. De esos centros podrán nutrirse las divisiones inferiores, ahora obligatorias, de los clubes profesionales.

Y hay muchos otros ejemplos más, como la próxima construcción de la nueva Videna, y la exitosa licitación de la indumentaria deportiva, que de manera transparente obtuvo un nuevo contrato que permitirá a la FPF recibir cuatro veces más ingresos que con el contrato previo.

Esperemos que el esfuerzo de reforma estructural que ha emprendido la FPF se sostenga, sigamos viendo sus logros en el futuro y nos acostumbremos a celebrar los éxitos.

(*) El autor es miembro del Comité Consultivo de la FPF.