"A menos que sus mensajes en las redes sociales sean monitoreados con el mismo rigor que los del resto de nosotros, la democracia será subvertida por aspirantes a autócratas que mienten descaradamente".  (Foto: Olivier Douliery / AFP)
"A menos que sus mensajes en las redes sociales sean monitoreados con el mismo rigor que los del resto de nosotros, la democracia será subvertida por aspirantes a autócratas que mienten descaradamente". (Foto: Olivier Douliery / AFP)
Andrés Oppenheimer

Como a muchos otros periodistas, no me resulta fácil apoyar la decisión de Facebook de extender su suspensión al expresidente durante otros seis meses. Pero Facebook tomó la decisión correcta. De hecho, debería haberlo suspendido indefinidamente, y hacerlo también con otros grandes mentirosos de todo el mundo.

En primer lugar, Facebook es una empresa privada cuyos usuarios aceptan sus términos y condiciones. Entonces, esto no tiene nada que ver con la censura estatal. Trump aceptó las reglas de Facebook cuando se unió a la plataforma, y si no le gusta su decisión de suspenderlo, puede ir a muchas otras redes sociales para difundir sus alocadas

El Consejo Asesor Independiente de , integrado por prestigiosos juristas y activistas de derechos humanos, dictaminó el 5 de mayo que la empresa había hecho bien en suspender a Trump por su incitación a la violencia contra un gobierno democráticamente electo durante la toma del Capitolio el 6 de enero, que dejó cinco muertos. En su discurso de ese día, Trump instó a la multitud a “caminar hasta el Capitolio” y dijo que “si no luchas” te “vas a quedar sin país”.

En tercer lugar, no se puede permitir que Facebook, la plataforma de noticias más grandes del mundo, envenene las democracias con noticias falsas para expandir sus audiencias y aumentar sus ganancias. Mark Zuckerberg lo ha hecho durante años, antes de que una ola de críticas lo obligara a crear el Consejo Asesor Independiente en el 2018.

Facebook no puede eludir su responsabilidad de invertir más dinero en verificadores de datos y abogados para chequear la información que difunde. Así como la libertad de prensa no permite difamar, tampoco permite incitar a la violencia o subvertir el orden democrático.

El fallo del Consejo Asesor Independiente de Facebook no fue perfecto. Entre otras cosas, decidió revertir la decisión definitiva del caso a , pidiéndole que tomara una decisión final sobre la suspensión de Trump dentro de seis meses. Eso es peligroso, considerando que Zuckerberg tiene un interés económico en lograr que los 35 millones de seguidores de Trump en Facebook regresen a su plataforma.

Si Zuckerberg permite que Trump regrese en seis meses y continúe difundiendo la mentira ridícula de que ganó las elecciones del 2020 e incitando a sus seguidores a quebrantar el Estado de derecho, la ya frágil democracia de Estados Unidos correrá aun más peligro.

Recordemos que la , de mayoría conservadora; el propio Mike Pence, exvicepresidente de Trump; y los principales funcionarios del gobierno de Trump, incluido su director del FBI, están entre quienes determinaron que Joe Biden ganó las elecciones del 2020.

Pero Facebook debería hacer mucho más. Debería poner fin a su regla actual por la cual las figuras públicas y los presidentes pueden difundir informaciones falsas porque son “hechos noticiosos”, mientras que prohíbe las mismas declaraciones cuando son hechas por personas comunes. Debería funcionar al revés: los políticos deberían estar sujetos a estándares más altos que el resto de nosotros.

Y Facebook debería, además de suspender a Trump, hacer lo mismo con otros jefes de Estado que incitan a la violencia o violan el Estado de derecho de sus países, incluidos el dictador venezolano Nicolás Maduro y otros autócratas. Maduro fue suspendido de Facebook por 30 días el 27 de marzo, pero ya está de regreso en esa red social.

Cuanto menos, Facebook debería etiquetar las mentiras más peligrosas de los presidentes con leyendas inequívocas como “esto es falso”, junto con un enlace a verificadores de datos creíbles o instituciones elegidas democráticamente.

Como admitió el Consejo Asesor Independiente de Facebook, los jefes de Estado “pueden tener un mayor poder para causar daño que otras personas”. A menos que sus mensajes en las redes sociales sean monitoreados con el mismo rigor que los del resto de nosotros, la democracia será subvertida por aspirantes a autócratas que mienten descaradamente.

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