Una farsa de investigación, por Mauricio Mulder
Una farsa de investigación, por Mauricio Mulder
Redacción EC

MAURICIO MULDER

Congresista de la República

Hay que definir el verbo ‘poder’ para comprender lo que puede ocurrir en el Parlamento con el informe de la megacomisión. Porque si se trata de la capacidad de hacer, es evidente que la mayoría parlamentaria “puede” votar por discutir los informes, los puede aprobar y puede hacer con ellos lo que les dé la gana. Si entendemos, en cambio, el verbo ‘poder’ por lo que se debe hacer dentro de la ley y con respeto al Estado de derecho, entonces el informe no puede ser discutido en el pleno porque es nulo ipso jure. No tiene valor jurídico alguno porque ha sido hecho en violación sistemática de los derechos fundamentales de Alan García, al que se le investigó sin indicios previos concretos, se le acusa por supuestas infracciones definidas con posterioridad a los hechos, no se le permite una adecuada defensa y no le señalan qué hecho o conducta ilícita le son atribuidos.

Son cosas que ya la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido claramente y el Tribunal Constitucional peruano de manera vinculante: no puede inhabilitarse a nadie por conductas que no han sido previamente establecidas en la ley como ilícita, y si existiese, solo podría ser aplicada la inhabilitación con sentencia firme.

Todos recordamos al congresista Tejada diciendo que las sentencias del Tribunal Constitucional no son obligatorias para el Congreso. Todos lo vimos diciendo que lo que él hacía era la perfección andando y no debía rectificarse. A regañadientes hizo una segunda citación al presidente García, pero para repetir el sainete anticonstitucional de la primera citación. El resultado no podía ser otro, no solo por incapacidad y falta de experiencia sino porque ya es un hecho internacionalmente incontrovertible que en toda instancia de investigación o sanción es fundamental preservar el debido proceso y los derechos humanos procesales. Hasta en el ámbito privado: nadie puede ser sancionado sin ser escuchado y tampoco si la conducta que merece sanción ha sido previamente establecida en una ley o siquiera en un reglamento.

Nada de eso ocurrió en la famosa megacomisión. Se creó para “pescar”. O sea, te investigo para ver qué encuentro. Eso es inconstitucional en todas partes del mundo, hasta en los países gobernados por dictaduras. Te tengo dos años improvisando temas, conforme los titulares de prensa iban marcado la pauta. Antes de escucharte emito el informe final señalando que eres culpable. Si me descubren, diré que es un “borrador” que “alguien” ha filtrado. Digas lo que digas serás culpable.

Porque ese es el tema de fondo. No se cuidaron siquiera de poner a un congresista que fuera abogado o tuviera experiencia, sino a uno que simplemente cumpliera órdenes. Estas son claras: inhabilitar a Alan García para que no sea candidato, porque si lo es, va a ganar. Así de simple.

Esto además se confirma con las recientes declaraciones escandalosas de Nadine Heredia, que muestra su fijación con Alan García y su rabieta nada disimulada, de sentir que se les deshace la estrategia ya no solo porque se hace inviable su postulación propia, sino que no logran el objetivo de cerrarle el paso.

Todo eso demuestra, antes que nada, falta de inteligencia. Pudiendo generar un ambiente de apoyo y consenso, que fue el que tuvieron los primeros meses, se dedicaron a declarar hostilidades y terminaron aislándose, deviniendo en caricatura de lo que decían ser.