Figallo y Roy Gates, por Fernando Rospigliosi
Figallo y Roy Gates, por Fernando Rospigliosi
Fernando Rospigliosi

Aunque el gobierno y sus amigos han intentado confundir y enredar el caso del ministro de Justicia, Daniel Figallo, llevando la discusión por caminos enrevesados y deteniéndose en asuntos accesorios, hay ciertos hechos claros e indiscutibles.
Primero, el ministro Daniel Figallo y el operador jurídico de la pareja presidencial, Eduardo Roy Gates, han estado especialmente interesados en un solo caso de corrupción: el de ‘La Centralita’, y específicamente en el papel de Martín Belaunde Lossio (MBL).

No han estado preocupados por las trapacerías de Gregorio Santos en Cajamarca, de Kléver Meléndez en Pasco, de Gerardo Viñas en Tumbes, de Beto Torres en Chiclayo. No. Solamente en las correrías del amigo, asesor y benefactor de la pareja presidencial MBL.

Segundo, el ministro Figallo ha estado particularmente interesado en la posibilidad de que MBL se convierta en un colaborador eficaz, cosa que ha venido sugiriendo insistentemente. Y cuando se dio cuenta de que los procuradores no estaban en ese camino, trató de persuadirlos para que vayan por esa senda.

Como se ha revelado en varios reportajes periodísticos, el objetivo de convertir a MBL en colaborador eficaz era librarlo de todas la investigaciones por corrupción que no sea la de Áncash y evitar que fuera a la cárcel. Es decir, beneficiarlo indebidamente.
Tercero, el ministro Figallo se ha reunido también de manera extraña, con varios fiscales, los que tienen que ver con el caso ‘La Centralita’ y MBL. No con los que investigan a Gregorio Santos, Kléver Meléndez, Gerardo Viñas o Beto Torres. No. Con Marco Huamán que lleva el caso de ‘La Centralita’ y sus superiores.¿Pura casualidad?

Cuarto, en una declaración pública el ministro Figallo abrió la posibilidad de que MBL se convierta en colaborador eficaz. El jefe de los procuradores anticorrupción, Christian Salas, que se oponía a esa posibilidad, fue despedido a los pocos días de expresar su disconformidad. La figura formal fue que renunció, pero la verdad es que Salas  presentó su carta de resignación porque había sido hostilizado por Figallo.

Poco después fue expulsada la procuradora Yeni Vilcatoma, que llevaba el caso de ‘La Centralita’ y que se oponía tenazmente a considerar como colaborador eficaz a MBL. 

Vilcatoma también había tenido fuertes choques con el fiscal Huamán, que ha sido señalado por los medios de comunicación como sospechoso de llevar inadecuadamente el caso, en particular en lo que se refiere a MBL. Por ejemplo, en lugar de allanar los locales de MBL y hacerse de la documentación incriminatoria, el fiscal le mandaba al prófugo respetuosos oficios pidiéndole que le entregue los documentos. ¡Como si el hecho de haberse fugado no fuera una evidencia de la nula voluntad de MBL de colaborar con las autoridades!

Figallo trataba de que los procuradores no cuestionaran a ese sospechosísimo fiscal que parece seguir la línea del controvertido fiscal de la Nación Carlos Ramos Heredia, investigado precisamente por haber favorecido a César Álvarez y su red de corrupción, que incluye a MBL.

Quinto, Figallo y Roy Gates han realizado esas actividades, gestiones y maniobras por orden de la pareja presidencial. No hay otra posibilidad. El ministro de Justicia no está involucrado personalmente con MBL y no tenía motivo particular alguno para dedicarle tiempo y esfuerzos a esas labores, y menos a poner en cuestión su reputación y credibilidad para defender lo indefendible. 

Roy Gates, por su parte, trabaja al lado del presidente Ollanta Humala en palacio, asiste a las reuniones del Consejo de Ministros y no es un consejero que opina sobre la filosofía del derecho. Es un operador jurídico de la pareja presidencial que se mueve como pez en el agua en las turbias charcas del sistema judicial.

En conclusión, Figallo y Roy Gates han actuado por órdenes de la pareja para proteger a MBL, y Salas y Vilcatoma han sido despedidos e injuriados por oponerse a esa maniobra y tener la valentía de denunciarla.

En el caso de Óscar López Meneses, las 485 llamadas entre Adrián Villafuerte y el director de la policía Raúl Salazar, el 2012, confirman la manera como se manejaba el Ministerio del Interior y lo absurdo de la teoría de que en Palacio no se conocía del ilegal resguardo. Las comprobadas visitas del ex ministro y congresista humalista José Urquizo a la casa de López, apuntan en la misma dirección.