"Para estos nuevos usuarios se trata de un optimista recordatorio de que el fracaso no es más que un aprendizaje imprescindible en el camino al éxito" (Ilustración: Víctor Aguilar).
"Para estos nuevos usuarios se trata de un optimista recordatorio de que el fracaso no es más que un aprendizaje imprescindible en el camino al éxito" (Ilustración: Víctor Aguilar).
Enrique Planas

Uno de los pocos privilegios que tiene un periodista cultural es poder ver una obra de teatro montada solo para él: en escena, una notable actriz interpreta a una mujer enterrada en un domo de arena. Nadie sabe por qué, pero cierta onda posapocalíptica nos presenta a los sobrevivientes como frívolas criaturas acostumbradas al agujero que habitan. Winnie, protagonista de “Los días felices”, una de las piezas más icónicas del teatro de Beckett, es por momentos profunda y, por otros, irritantemente superficial. Pero lo que divierte es su optimismo a prueba de balas, iluso y sabio a la vez. Hablo con el director. A propósito del delirante optimismo del personaje, me recuerda la tan célebre frase de Beckett: “Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor” (‘Ever tried’. ‘Ever failed’. ‘No matter’. ‘Try again’. ‘Fail again’. ‘Fail better’).

Curiosamente, estas seis frases encadenadas han pasado a formar parte del repertorio de frases de autoayuda para emprendedores. He visto tazas adornadas con esa frase en grandes caracteres. Amazon vende camisetas y fundas de celulares con esta cita, exportada a contextos tan alejados de su intención original. Incluso hay tuits que usan las últimas dos palabras, #fracasamejor, como etiqueta, sin ironía, como inspiración para neófitos. Para estos nuevos usuarios se trata de un optimista recordatorio de que el fracaso no es más que un aprendizaje imprescindible en el camino al éxito.

Beckett murió hace 32 años y ya no está para preguntarle qué quiso decir con aquel texto acuñado originalmente para su obra “Rumbo a peor”, estrenada en 1983, 14 años después de haber ganado el Nobel de Literatura. Y si bien nadie está de acuerdo a la hora de interpretar aquellos textos tardíos, esas ideas complejas, minimalistas, contradictorias incluso, lo que está claro en el gremio teatral es que ese vitalismo ingenuo que los manuales de autoayuda para ejecutivos han pretendido dar a esta frase contradice todo lo que se sabe del dramaturgo irlandés. Y es que, para Beckett, tras el fracaso no nos espera el éxito ni el aumento de nuestras ventas: tan solo más fracaso. Y, sin embargo, el autor nos ofrece resistir a ese vacío, a ese absurdo existencial. Nos pide continuar a pesar de todo.

Quién sabe si este gran malentendido podría haberle parecido gracioso a Beckett. Ver su pesimismo convertido por lo insustancial en una reconfortante frase para leer en tu ‘mug’ cuando tomas tu café.

Lo cual, a su vez, le da la razón al pesimismo.