Vizcarra tomará una decisión, pero no es Moisés abriendo las aguas para el éxodo judío. Ocho de cada diez peruanos no lo conocen (Ipsos, marzo 2018). (Foto: El Comercio)
Vizcarra tomará una decisión, pero no es Moisés abriendo las aguas para el éxodo judío. Ocho de cada diez peruanos no lo conocen (Ipsos, marzo 2018). (Foto: El Comercio)
Fernando Cáceres Freyre

Estimado primer vicepresidente: 

El destino del país está en sus manos. El Gobierno se encuentra debilitado y sin la credibilidad necesaria para administrar el país. Una situación que tampoco puede compensar la presidenta del Consejo de Ministros, Mercedes Araoz, por haber endosado la gracia presidencial conferida a Alberto Fujimori, en lugar de mantenerse al margen. En este contexto, es positivo que usted haya tomado distancia del Ejecutivo, pues hoy es una figura con espacio político suficiente para diferenciarse y construir un nuevo esquema de alianzas.  

A Fuerza Popular no le conviene asumir la Presidencia de la República, a menos que calcule que es ahora o nunca. En medio de Lava Jato, que coloca un manto de dudas sobre todos los políticos involucrados, y en un año en el que de asumir el partido fujimorista tendría que haber, al menos, elecciones regionales, municipales y presidenciales, sería demasiado fácil culparlos de la inestabilidad política y pedir un cambio que los incluya. Ahí radica su mayor poder, señor vicepresidente. Lo necesitan.  

Para devolverle al país un equilibrio de poderes, sin los cuales no podría gobernar, le sugiero poner condiciones para no renunciar. Ante todo, la derogación de la reciente modificación del reglamento del Congreso que altera las normas establecidas en la Constitución, en lo que se refiere a la disolución del Parlamento cuando se niegue la confianza o se censure a dos gabinetes.  

Con esta norma, si el Congreso niega la confianza o censura a un Gabinete, y algunos ministros vuelven a ser designados, este evento no se contaría como uno de los dos necesarios para la disolución. Y el primer ministro tampoco podría hacer cuestión de confianza para que no censuren a un ministro; con lo que en el Legislativo buscarían –inconstitucionalmente– que no se contabilice la crisis ocurrida con el Gabinete Zavala, alejando su capacidad de disolverlos.  

En España, donde existe un régimen parlamentarista al que cada vez nos parecemos más por este avasallante Congreso, una vez que el Legislativo elige al jefe de Gobierno, no puede ‘bajarse’ a cuanto ministro quiera. Los puede “reprobar”, pero no obligarlos a dimitir. Un jefe de Gobierno necesita gobernar con su equipo, no con quien sea del agrado de Becerril y Salaverry, digamos. Y no es fácil reemplazar ministros. Menos a todos juntos. Por eso, tiene todo el sentido que algunos ministros –no el primer ministro– puedan integrar un nuevo Gabinete y que el premier pueda defender a sus ministros haciendo cuestión de confianza frente a una amenaza de censura.  

Derogando esta norma, los parlamentarios reconocerían que, si censuran o niegan la confianza a un Gabinete más, se deben ir a su casa. También aceptarían la facultad del jefe del Gabinete de hacer cuestión de confianza para proteger a sus ministros, que es la única alternativa razonable a la reprobación que se aplica en regímenes parlamentaristas.  

De otro lado, señor vicepresidente, sugiero poner como condición al Congreso que dejen de suplantar las decisiones que corresponden al Ejecutivo. En particular, firmar un compromiso de no perforar la caja con proyectos que originan gasto, sin tener constitucionalmente la facultad para hacerlo. Algo que ocurrió, por ejemplo, con la ley que aprueba incorporar trabajadores CAS de Essalud a planilla y la que regula las pensiones del personal militar y policial.  

Por último, usted requerirá tener un mayor manejo del uso de pauta publicitaria en medios privados que el que le han dado tras la reciente ley promovida por el congresista Mauricio Mulder. Esta puede ser una herramienta esencial para enfrentar casos de conflictos sociales y huelgas (véase mi columna “” publicada el 22/11/2017), y que el parlamentario Mulder parece no entender, quizá por no haber estado nunca al frente de una cartera ministerial.  

En resumen, usted no debiera asumir el Gobierno atado de manos. Hoy tiene la sartén por el mango. Mañana no. Úsela ahora, señor vicepresidente.  

Saludos,

Fernando Cáceres