Fernando Vivas

Que el , en conferencia de , Alberto Otárola y algunos ministros, confirme una postura única. Esto es clave, pues la presidenta parece dejarse seducir por diversas voces y propuestas políticas, mientras el titular de la PCM actúa como si estuviera convencido de que las fuerzas del orden tienen el peso fundamental en la pacificación del país. Si no hay esa comunión de miras, ¿qué hace el primer ministro allí?

Que las FF.AA. y la PNP tengan el discurso fino que demandan las circunstancias: que prometan que harán su trabajo con firmeza y sin los excesos cometidos hasta hoy, pero que digan que hay una respuesta política que ellas no pueden dar y que les corresponde a los actores civiles. Que desmitifiquen la idea de que los estallidos sociales se apagan con el trabajo de los servicios de inteligencia.

Que la academia se meta a aproximar bandos y que no solo firme comunicados. Que haga ver que conversa con todos los actores, incluidos los extremos congresales. Por ejemplo, el Consorcio de Universidades (PUCP, Cayetano Heredia, UP y Universidad de Lima) ha estado silencioso, en parte por las controversias provocadas por la rectora de San Marcos, Jeri Ramón, pero ya es hora de que ese grupo fundamental dentro de la academia aporte a la paz.

Que las iglesias se pronuncien juntas y por separado, que medien, que actúen, que persuadan, pues tienen un arraigo más extendido y plural que cualquier otra institución. Que se junten con otras figuras de la sociedad civil si temen quemarse en el intento.

Que la Comisión de Constitución debata el proyecto 3925/2022 de la bancada de Perú Libre, que pide ‘constitucionalizar’ la asamblea constituyente (AC). Este proyecto admite que no sería constitucional hacer una consulta popular, pues la figura de la AC no existe en la Carta Magna y primero hay que hacer una reforma para incorporarla. Discutiendo este proyecto se cerraría momentáneamente el paso a un referéndum inoportuno y se tomaría al toro por las astas, sin prejuicios.

Que los mayores gremios de productores oigan y ausculten la voz de los gremios de emprendedores más modestos, aquellos que acatan las protestas. En un país con mayoría de autoempleados, la presunción de que las fórmulas de izquierda cunden porque la protesta incluye pedidos radicales es equívoca. La última encuesta de CPI, difundida el lunes, arroja que un 22,8% votaría por un candidato de derecha moderada frente a un 12,7% que lo haría por uno de izquierda moderada. Por los extremos, muy pocos lo harían; por el centro, un 27,9% y un 30,9% no precisa. En el sur, ciertamente, los porcentajes de la izquierda suben, pero no superan al centro. Esta no es la financiada por el comunismo internacional; es el estallido que reclama un mejor reparto.

Fernando Vivas es columnista, cronista y redactor