La hoja de ruta en educación, por Alfredo Torres
La hoja de ruta en educación, por Alfredo Torres
Alfredo Torres

El malestar que genera la gestión presidencial, la corrupción, la delincuencia y el enfriamiento económico no debería impedirnos ver los avances que se vienen dando en un sector clave para el futuro: la educación. La semana pasada se desarrolló el sétimo CADE por la Educación con una asistencia sin precedentes de 800 personas, el doble del año anterior, gran mérito de IPAE Acción Empresarial y sobre todo de la presidenta de su comité organizador, María Isabel León. Entre los expositores estuvieron y –cuya asistencia a varias sesiones fue muy apreciada– y, por supuesto, el ministro . Lamentablemente, Alan García decidió no asistir. La buena noticia es el alto grado de consenso que se pudo apreciar entre Saavedra, Fujimori y PPK, así como la alta estima que tienen los dos últimos por la gestión del primero. La lideresa de Fuerza Popular le puso nota 15 a la gestión de Saavedra y PPK anunció que si gana las elecciones, le pedirá al destacado ministro que continúe en el cargo.

Los asistentes al evento –educadores, empresarios y expertos– comparten la evaluación positiva. Según una encuesta de Ipsos aplicada a los participantes, el 58% considera que la educación en el país está progresando, el 38% que está igual y solo el 3% que está retrocediendo. La explicación de este entusiasmo es que finalmente se percibe una ruta clara: aumento de sueldos por meritocracia, mejor selección y evaluación de directores, colegios de alto rendimiento, inversión en infraestructura, nuevos enfoques pedagógicos, más inglés y tecnología, más horas de clase, etc. Estos cambios ya están dando resultados: en un año la comprensión lectora satisfactoria pasó de 33% a 44% y en matemáticas de 17% a 26%. 

También es positivo el avance en el número de profesionales y técnicos que hoy tiene el país. La PEA con educación superior ha pasado en una década de 23% a 31%. El inconveniente es que son más universitarios que técnicos, cuando debería ser al revés; pero, en todo caso, es algo que se puede revertir en la medida en que liberalicen los controles que frenan el desarrollo de los institutos técnicos. Este crecimiento es importante porque va de la mano con la expansión de la clase media y la formalidad. Normalmente, el camino para llegar a la clase media es la educación superior (universitaria o técnica). La mayor parte de las personas con educación superior tiene empleos formales, mientras que la informalidad campea en las dos terceras partes de la población que carecen de algún grado de educación superior y que discurren entre la vulnerabilidad y la pobreza. 

Otra buena noticia es la próxima creación del observatorio Ponte en Carrera. Una iniciativa de IPAE acogida por el y respaldada por el Ministerio de Trabajo y la Sunat, que permitirá proveer información sobre empleabilidad y sueldos de egresados por carreras, inicialmente, y luego según universidades e institutos. Esta información ayudará a los jóvenes a elegir dónde estudiar, al transparentar qué entidades brindan títulos valiosos y cuáles son de pacotilla, y fomentará que los buenos y regulares centros de estudios se esfuercen por mejorar, para ser escogidos por los postulantes, y que los malos salgan del mercado.

Un tema pendiente es el descalce entre la formación que brindan las universidades y las necesidades de las empresas. La trujillana Rosario Bazán, gerenta general de la agroexportadora Danper, fue muy enfática al señalar que las universidades suelen convocar a los empresarios para una foto, pero rara vez los escuchan para actualizar sus programas de estudios. Otra tarea pendiente en este ámbito es ampliar los escasos incentivos a las empresas para contratar practicantes o para invertir en capacitación, lo cual es muy necesario dada la baja calidad de la educación básica y superior (con excepciones) que aflige a nuestro país. 

Por último, también quedó claro que es indispensable el crecimiento del PBI para ampliar el presupuesto del sector educativo y cumplir con la meta de incrementar el porcentaje del PBI invertido en educación. El Perú ha incrementado esta tasa de 3% a 3,5% este año, pero todavía estamos lejos de Chile, Ecuador, Colombia y México, entre otros países, que destinan cerca del 5% de su PBI a educación. El crecimiento económico es imprescindible no solo para incrementar el presupuesto público, sino para brindar empleos decentes a los profesionales y técnicos que se gradúan en el país y que, de no encontrar oportunidades, se ven obligados a emigrar, dos efectos que soslayan los que se empeñan en sobrerregular la actividad empresarial en el Perú y con ello frenan el crecimiento de la inversión privada y el PBI.