Imponer, imponer, imponer, por Federico Salazar
Imponer, imponer, imponer, por Federico Salazar
Federico Salazar

La mayoría del Congreso nombró a los nuevos miembros del directorio del Banco Central de Reserva (BCR). Ha impuesto su posición. Imponer es, en este caso, “hacer valer su poderío”.

El “poderío” es algo más que el poder. El Congreso tiene la facultad de nombrar ese número de miembros del directorio del ente emisor. Ejerce su poderío, más allá de su poder, cuando impone su capricho por encima de la razón.

No es razonable que se elija como miembros del directorio a personas vinculadas a la gestión partidaria. El fujimorismo vuelve a mostrar la misma torpeza política de siempre. Adquiere un poder, y abusa de él.

José Chlimper tiene, seguramente, muchas virtudes como empresario. En el ámbito político, sin embargo, ha sido jefe de una campaña electoral. 

Ha sido protagonista, además, en un caso de grosera manipulación de información, a través de la adulteración de grabaciones. Lo habría hecho para echar lodo sobre un testigo y beneficiar la campaña de su partido. En moral electoral, por así llamarla, es una persona descalificada.

Fuerza Popular está dispuesta a cargar con ese costo político. Fuerza Popular estaría premiando la gestión de audios manipulados en una campaña electoral.

A este grupo político no le importa la opinión pública. Cree que el poder recibido en las elecciones no requiere ser ratificado día a día por la ciudadanía, el mandato o las elementales normas de lo razonable.

Me impongo ante todo y ante todos. Y nada ni nadie me pone límites. Esta es la fórmula del poder absoluto.

El ejercicio del poder absoluto es una tentación para cualquiera. Para un grupo político que destruyó las instituciones del país es un pecado mortal.

El Banco Central es una entidad eminentemente técnica y cuya autonomía es mandato constitucional. ¿Cómo podríamos creer que el señor Chlimper será autónomo? ¿Sería impecablemente autónomo quien estuviera dispuesto a cometer una inmoralidad con tal de que su partido gane?

Este cuestionamiento también alcanza, aunque en otra magnitud, al economista Elmer Cuba. Él también formó parte de la campaña electoral. 

Cuba fue parte de la estrategia de “blanqueo” del fujimorismo. Consistió en incorporar a independientes con cierto prestigio para salir de la imagen de “fujimorismo duro”. 

Él mismo confesó que había estado a punto de ir a la marcha No a Keiko. De pronto le cayó un rayo de luz y se dio cuenta de que Keiko “no es su padre”. El rayo divino vino bajo la forma de una propuesta de Fuerza Popular.

Todos tenemos derecho a cambiar; pero cambiar porque me proponen un puesto en una campaña es moralmente insostenible. Este caballero de moral electoral insostenible es la más “reputada” elección del fujimorismo.

En el caso de Rafael Rey es evidente que no tiene nada que hacer en el Banco Central de Reserva. Es ingeniero civil y ha sido miembro del Movimiento Libertad, de Mario Vargas Llosa, y ministro del gobierno de Alan García, del Apra.

Rafael no ha tenido una inclinación por los temas de economía y menos por las finanzas o la política monetaria. En este caso, no hay competencia profesional.

Rey, además, no es garantía de autonomía. Ha sido candidato a la vicepresidencia en la plancha de Keiko Fujimori en el 2011. Ha trabajado en Renovación Nacional con Luis Galarreta, ahora vocero de Fuerza Popular.

Hacer carrera política no tiene nada de malo. En el caso de Rey, esa carrera debería llevarlo a muchos lugares, pero no al Banco Central. La virtud del BCR es la autonomía y el carácter técnico de sus decisiones.

Poblar de políticos su directorio es erosionar la esencia del Banco Central. Es zurrarse en la historia institucional del país. Es imponer el capricho por sobre la necesidad de sostener instituciones que tienen que estar lo más alejadas posible de la política partidaria.

El fujimorismo no entiende nada de instituciones. Carece de intuición política y de una visión de nuestra historia. Solo quiere imponer, imponer, imponer. 

Se hará daño a sí mismo, pero también al país.