Cusco: manifestantes reclaman por incremento del ISC y bloquean vías
Cusco: manifestantes reclaman por incremento del ISC y bloquean vías
Fernando Cáceres Freyre

El lunes sucedieron dos eventos muy interpretables para entender la psicología del actual Poder Ejecutivo. Renunció el ministro de Economía y Finanzas, , y, acto seguido, el ministro de Transportes y Comunicaciones, , aliado incondicional del presidente , anunció que, gracias a los acuerdos de la mesa de diálogo entre el MTC y el gremio de transportistas, se había suspendido el paro nacional programado para el 5 de junio.

La nueva concesión gubernamental consistió en devolver a los transportistas que usan diésel, el combustible más contaminante de todos, el 54% del (ISC) que se les iba a cobrar. Tras lo cual, quienes usamos combustibles más limpios, como el etanol en los gasoholes y el gas natural vehicular, terminaremos pagando más ISC que quienes usan diésel. Una decisión antitécnica por donde se la mire, que Tuesta no respaldaría, pues el ISC es un impuesto diseñado para que las personas que más afectan a terceros –en este caso vía la contaminación– paguen más impuestos.

Pero el ISC no fue sino la gota que rebalsó el vaso del ministro Tuesta. En los poco más de dos meses de gobierno, las decisiones tomadas por el Gabinete Villanueva debido a presiones populistas ya incluyen peajes, renta, ISC, exploración petrolera, agua y régimen de promoción agraria. Y tal parece que abarcarán cuanto sector tenga asuntos por resolver y grupos organizados de protesta que pidan concesiones.

Gobernar a través de mesas de diálogo es la antítesis de un fuerte, el otrora bastión contra el populismo. En las mesas de diálogo con paperos (¿alguien dijo José Arista?), transportistas, pescadores artesanales, se escogen ganadores de la economía. Se abandona el mercado y la competitividad, y se acoge el mercantilismo y el clientelismo. El sueño –lamentablemente– de muchos políticos regionales, que creen que escogiendo ganadores se le hace un bien “al pueblo”.

Vizcarra probablemente también lo sienta así. “Queremos que se nos recuerde como el gobierno de las regiones del Perú”, dijo empezando su gobierno y al poco tiempo anunciaba la transferencia de 6.000 millones de soles extras a municipios y gobiernos regionales, dando mucho más margen de maniobra a los políticos regionales para manejar de forma clientelista las presiones sociales.

Así, se va delineando la impronta del gobierno que nos llevará al bicentenario, uno concesivo o inerte, cuya actitud abrirá espacio político para que crezcan liderazgos antisistema. Si los grupos organizados de poder pueden sentar a los ministros a mesas de diálogo, y hacer que negocien –en espacios informales– las decisiones públicas ya tomadas a través de normas, ¿qué más prueba necesitan sus seguidores de que tienen liderazgo para gobernar? Pedro Castillo, a expensas del derecho a la educación de millones de peruanos, lo intentará con el sector Educación mientras vemos el mundial.

Y si este gobierno propicia el crecimiento de liderazgos antisistema, le estará haciendo el juego a una candidatura que levante la bandera de la mano dura y se erija como la ‘salvación’ de un Perú camino al despeñadero. A este paso, no se sorprendan si en junio del 2021 vemos una segunda vuelta entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori.

P.D.: Bien harían todos los funcionarios públicos que se sientan en esas mesas de diálogo, incluidos los ministros, en recordar que puede atribuírseles responsabilidad administrativa –y hasta penal– por negociar más allá de las competencias que tienen asignadas.