(Foto: Archivo El Comercio)
(Foto: Archivo El Comercio)
Juan Carlos Tafur

Si Kenji Fujimori madura su proyecto político y cuaja alguna agrupación partidaria –propia o prestada– se puede comer el centro. No solo recuperaría el eje histórico del fujimorismo, sino que aprovecharía la parsimonia con la que actualmente se mueven los ocupantes de ese sector del espectro político. 

De hecho, cosechará buena parte del electorado fujimorista, que no comulga con la conversión derechista que Keiko Fujimori le ha impreso a Fuerza Popular, lo que, de paso, le ha costado las últimas dos elecciones presidenciales. 

Por cierto, la crisis de Fuerza Popular y los disidentes revela hasta el momento que Keiko ha logrado construir partido más allá del patrimonio de origen heredado de su padre. Alberto Fujimori no explica lo que es Fuerza Popular. El albertismo es una facción hoy renunciante, pero minoritaria. La mayoría de integrantes de Fuerza Popular es más leal a Keiko que a Alberto. 

Keiko Fujimori ha ganado la batalla del presente. Pero puede perder la del futuro si Kenji plasma en una organización partidaria lo que hoy revelan las encuestas: que la suya es una participación política capaz de despertar mayor entusiasmo en la ciudadanía que la que habitualmente genera un liderazgo agrio como el de Keiko. 

Kenji Fujimori podría tener mejor performance electoral que su hermana. Recoge el espacio centrista que el fujimorismo representa para los sectores populares. Hay que recordar siempre que el fujimorismo es percibido de derecha solo por los sectores altos, debido a su manejo macroeconómico, pero para el resto pesa más el recuerdo de sus políticas sociales o, inclusive, algunas políticas que hoy serían consideradas progresistas. El combo fujimorista es de centro y esa es la razón de la perdurabilidad de su recuerdo. Fue una centroderecha populista. 

Es curioso, pero Kenji reivindica más que su hermana los 90, además ha sido el promotor directo del indulto, pero por esas extrañas circunstancias de la política peruana, ha logrado que el antifujimorismo se centre en ella y no en él. Por el contrario, es recibido con cierta consideración en predios que a Keiko Fujimori no le perdonan nada. 

Hay muchas variables todavía en el futuro político inmediato, que podrían mover la perspectiva de ambos personajes. Lo que diga Barata y cuánto implique a Keiko Fujimori. Lo que diga la Corte Interamericana de Derechos Humanos: si revierte el indulto, será una derrota para Kenji. Lo que ocurra con PPK: si es vacado, será una pérdida para Kenji y un triunfo para su hermana. Lo que pase en las elecciones para la nueva Mesa Directiva del Congreso. Lo que suceda en las elecciones municipales y regionales (si Kenji auspicia a algún candidato y cómo queda este versus el candidato formal de Fuerza Popular). 

Han cometido un error quienes creían que la bronca entre Keiko y Kenji era un montaje diseñado por Alberto Fujimori solo para provocar un indulto o que lo único que buscaba era generar turbamulta mediática para, a la postre, unificar ambas variantes. El mismo error cometerían ahora si creen que la agenda de Kenji Fujimori se agotó en el indulto al padre. 

La del estribo: Peliculón “The Post”. Narra cómo el “Washington Post” se enfrentó al gobierno de Nixon al publicar los papeles del Pentágono que contenían secretos militares de la guerra de Vietnam. Los colegas o los estudiantes de periodismo deberían verla antes que nadie.