"Que estos símbolos sean nuestra inspiración en este comienzo del tercer centenario de la república peruana, y de un nuevo gobierno. Feliz 28".
"Que estos símbolos sean nuestra inspiración en este comienzo del tercer centenario de la república peruana, y de un nuevo gobierno. Feliz 28".
Rolando Arellano C.

Los símbolos de la patria tienen un significado muy profundo, que con el tiempo muchos peruanos hemos ido olvidando. Es bueno que en este tan especial recobren su significado.

El escudo nacional debe recuperar su gran valor de guía de aquello que nos caracteriza y de las riquezas que debemos potenciar. La vicuña representa a la fauna peruana única en el mundo,  cuya representación máxima hoy se da en nuestras 1.830 especies de aves, más de 120 únicas, que son la atracción del turismo mundial de ornitología. De la misma manera, su finísima lana nos muestra el potencial de nuestra industria textil, pues desde Paracas somos una de las cinco culturas con tradición milenaria allí. El árbol de la quina nos indica la riqueza botánica, que en el siglo XIX daba al mundo la quinina, que valía más que el oro, pues era el único medicamento contra la malaria que azotaba al planeta, recordándonos que podemos producir altísimo valor, como hoy se ve en nuestra creciente agroindustria. La cornucopia representó y sigue representando la riqueza mineral, que vive en los Andes, nuestra columna vertebral, y que hoy aporta una gran parte de los ingresos del país. Flora, fauna y minerales; turismo, textiles, agricultura y minería; cultura, naturaleza y tecnología conviviendo armoniosamente para el desarrollo.

La bandera, que para algunos hoy adquiere la connotación de un país partido en dos colores, debe recobrar el valor de unión de culturas que siempre representó. De representación de esos peruanos que lucharon por la independencia, y de los que defendieron la monarquía que supuestamente ordenaba Dios, pero que tuvieron luego que convivir cosidos en un mismo símbolo. Bandera que hoy debe coser a ese 33% que votó por un candidato, al 33% que votó por el otro, y al tercio que no eligió a ninguno, y que a partir de este 28 de julio deben unirse, como la bandera rojiblanca, no roja y blanca, que nos cobija.

Y el símbolo patrio que quizás represente más el sentir de los peruanos en estas fiestas es la escarapela. Primero, porque sus círculos concéntricos simbolizan la protección que las mayorías deben darle a las minorías, los más favorecidos a los que son menos, los que saben a los que desconocen, siempre cuidando que eso no se convierta en un círculo vicioso que haga perenne la dependencia. Pero también porque debe ser el símbolo del ojo vigilante que todos los ciudadanos debemos tener con las autoridades que elegimos. Para ayudarlos a que no se desvíen hacia la corrupción, el abuso o la incompetencia.

Que estos símbolos sean nuestra inspiración en este comienzo del tercer centenario de la república peruana, y de un nuevo gobierno. Feliz 28.