Felicitamos al presidente Sagasti por el anuncio de la primera compra de vacunas. Promete un millón de dosis para fines de enero. Es un inicio modesto y rezagado, pero inicio al fin. La demora no se debió a la crisis política de la vacancia presidencial.
“Ha habido una decisión política de impulsar el proceso mucho más rápido”, dijo la ministra de Relaciones Exteriores, Elizabeth Astete (América Televisión, 7.1.21).
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Un mes antes de la crisis, la comisión multisectorial para las vacunas dejó de reunirse. Los ministros no iban todos los días al Congreso. Acudían, más bien, a las prolongadas conferencias de prensa del entonces presidente Vizcarra.
Ese gobierno puso al Perú entre los países de mayor número de muertes por millón. Nos colocó entre los países de mayor caída económica. Finalmente, nos mantuvo entre los países más atrasados en obtener vacunas.
Si la comisión no se hubiera demorado, las vacunas ya estarían aquí. El primer lote habría ya empezado a contener y retrasar la segunda ola de la epidemia.
Esa segunda ola será más problemática. Cabe esperar más contagios y, también, más hospitalizaciones y muertes por COVID-19.
Una vacuna distribuida en el primer trimestre tenía un valor estratégico. Daba tiempo para adecuar la atención hospitalaria.
La segunda ola, ahora, nos encontrará con los hospitales ocupados por pacientes de la primera. En el sector público quedan 29 camas UCI a nivel nacional. En el sector privado, 30 (Minsa, Sala situacional, al 7.1.2021).
Uno de los graves errores del penúltimo gobierno fue su estrategia de pruebas diagnósticas. Por alguna razón que tendrán que explicar, optó por las pruebas rápidas en vez de las moleculares.
El ministro de Salud de entonces, Víctor Zamora, explicó la estrategia. La prueba molecular, dijo, “es la mejor prueba como individuos”. Sin embargo, agregó, si “los que hacemos salud pública queremos saber cómo se está moviendo el virus en la población”, lo mejor es la prueba rápida (26 de marzo del 2020).
La prueba rápida detecta a quien ya tuvo el virus, o sea, al que ya contagió. La prueba molecular detecta al virus, o sea, a quien está contagiando.
Hacia agosto se había comprado 5,2 millones de pruebas rápidas y apenas 185 mil moleculares. Hoy el acumulado es de 784.063 pruebas rápidas y 242.117 PCR (moleculares).
A pesar de los meses transcurridos, el Perú registró solo 8.664 pruebas moleculares el viernes pasado (16,14% del total). En Colombia y Chile se procesan más de 50 mil pruebas moleculares diariamente.
La positividad de las pruebas PCR registra una tendencia al alza. Un 18% de incremento al 8.1.2021, según el Ing. Rodrigo Parra (Twitter, @rparrawong). Este dato es preocupante, porque se trata de las personas que contagian.
La población debe prepararse para la segunda ola. El Gobierno debe prepararse para la segunda ola. Esa es la herencia que ha recibido de su antecesor.
Las condiciones de algunos laboratorios atentarían contra la soberanía del Estado Peruano. Eso estaría demorando la llegada oportuna de más vacunas.
La soberanía eventualmente afectada, ¿es un valor mayor al de la salud pública claramente amenazada? ¿Cuál es, en este momento, la prioridad?
Deseamos suerte al actual Gobierno en la búsqueda de la respuesta decisiva y necesaria.